Por: Malú Hernández-Pons,
Líder de Saber Nutrir en Grupo Herdez
Se acerca el cierre de año y es momento en el que muchas personas reflexionamos sobre lo aprendido o vivido durante estos 12 meses. Este año tomé el liderazgo de un programa que busca mejorar la calidad de vida de las familias mexicanas que se encuentran en vulnerabilidad alimentaria, apoyando de manera principal al desarrollo y bienestar de los niños. En este viaje me he involucrado más de cerca con cifras que resultan abrumadoras de sólo imaginar y que hoy me gustaría que nos sirvieran para tomar en cuenta y motivarnos para hacer un cambio.
En México, cada año, más del 40 % de alimentos producidos en el país se pierden o se tiran. Lo que repercute en varios aspectos, por ejemplo, el desperdicio incrementa el calentamiento global. En el territorio nacional se liberan más de 36 millones de toneladas de dióxido de carbono por descomposición de alimentos en vertederos, lo que es igual a las emisiones de toda la flota vehicular del área metropolitana de CDMX, Jalisco y Nuevo León, al año.
No obstante, tenemos la contraparte, donde de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2020 – 2023), en el país, 13.9 % de las niñas y niños menores de cinco años tienen baja talla o desnutrición crónica.
Si bien, ambas situaciones son multifactoriales, en las dos tenemos campo de acción de manera personal. En el caso de desperdicio de alimentos, te comparto unos consejos prácticos que puedes incluir en tu vida de manera sencilla.
Planifica tus compras con una lista clara y evita adquirir más de lo que realmente necesitas. Aprende a almacenar correctamente los alimentos para prolongar su vida útil y utiliza la técnica del “primero en entrar, primero en salir” para consumir lo que ya tienes en casa antes de abrir algo nuevo. Si te sobra comida, considera reinventarla en nuevos platos o congelarla para otra ocasión. Por último, convierte los restos inevitables en composta, dándoles una nueva vida como fertilizante.
Estas prácticas no sólo benefician a tu economía personal, sino que también contribuyen a un sistema alimentario más sostenible. Reflexionemos de qué modo podemos impactar de manera positiva en las cifras de desperdicio de alimentos. Un consejo más es que te acerques a organizaciones que brinden consejos prácticos como “Pacto por la Comida”. Involúcrate, difunde información y haz cambios en tu manera de comprar comida para que sea inteligente y totalmente aprovechada.
Frente a la desnutrición infantil, aunque parezca más complejo, también podemos poner nuestro granito de arena. El primer paso es informarse y comprender la magnitud del problema, busca fuentes confiables, como organizaciones internacionales, gobiernos locales y ONGs, para entender las necesidades específicas de tu comunidad.
Participa o apoya iniciativas que promuevan el acceso a alimentos nutritivos, ya sea a través de donaciones, voluntariado o colaborando con bancos de alimentos. Existen campañas como Padrino Saber Nutrir en la que, a través de una donación mensual, un niño puede recibir los complementos nutricionales que necesitan para recuperarse de la desnutrición.
Si tienes la oportunidad, fomenta programas educativos que enseñen a las familias sobre nutrición y el aprovechamiento de recursos disponibles. Aunque el impacto puede parecer pequeño al principio, cada acción suma, y al trabajar en red con otras personas comprometidas, puedes contribuir a crear soluciones sostenibles que transformen vidas
Como planteé de manera inicial, espero que esta información te invite a reflexionar y, en medida de tus posibilidades, hacer un cambio en cualquiera de estas dos problemáticas que tenemos en nuestro país. Adicional, a todas las personas y organizaciones que están trabajando en esto, ¡gracias! Sin duda, si trabajamos desde diversos frentes sé que la situación puede mejorar.