Colaboración de: Nora Méndez, directora de Fundación Aliat de Aliat Universidades
Tras una revisión de los llamados Objetivos del Milenio, en septiembre de 2015, líderes de todo el mundo, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establecieron compromisos en torno a 17 objetivos: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), orientados a la atención de los grandes problemas compartidos y a la creación de las bases para una nueva forma de interacción entre las personas y de éstas con el planeta, instaurando metas específicas para 2030.
Así, los ODS agrupados en la Agenda 2030 abarcan desde la erradicación de la pobreza y el hambre, hasta el establecimiento de instituciones y alianzas sólidas, todos ellos enfocados a generar condiciones y relaciones más igualitarias, justas e inteligentes.
Si bien, en primera instancia, estos objetivos apuntan a guiar a los gobiernos en el establecimiento de políticas públicas para los distintos temas, la ONU ha promovido también el establecimiento de un Pacto Mundial, al que empresas e instituciones sociales podemos afiliarnos, con el fin de alinear nuestras acciones y contribuir a lograrlos.
Al adherirnos al Pacto Mundial, las corporaciones y organizaciones sociales no sólo estamos haciendo una declaración de intenciones, sino que accedemos a recursos de información y capacitación que facilitan la inclusión de los diferentes ODS en nuestra propia propuesta de valor y no como objetivos paralelos o adicionales.
A quienes estamos en el sector social, alinearnos a los ODS nos permite una comprensión más amplia del alcance de nuestras acciones para sumar con mayor claridad nuestros esfuerzos con aquellos que realizan otras organizaciones públicas, privadas o sociales, generando sinergias y favoreciendo el establecimiento de alianzas en aspectos que quizá antes no habríamos reconocido.
Así, por ejemplo, al entender que no somos una institución que da becas, sino una comprometida con la reducción de desigualdades y el acceso a trabajo decente, ampliamos nuestro compromiso social y podemos establecer alianzas no sólo con otras comprometidas con el acceso a educación de calidad, sino con algunas abocadas a la generación de oportunidades de ingreso para la erradicación de la pobreza, entre muchas posibilidades.
Desde el sector privado, esta manera de enfocar su acción social le permite integrarla en su propia cadena de valor, superando la tradicional visión de responsabilidad social corporativa en la que las firmas realizan voluntariado o apoyan una causa que puede ser completamente ajena a su misión, o quizá sí esté relacionada, pero sea paralela a su actividad principal.
Integrar, por ejemplo, en una compañía manufacturera los compromisos: Trabajo Decente y Crecimiento Económico; Reducción de las Desigualdades; Industria, Innovación e Infraestructura, y Producción y Consumo Responsable, le llevarán a tomar diversas medidas en torno a su operación, materias primas, fuentes de energía y manejo de residuos, pero también en relación con los sueldos que paga y las brechas de estos entre puestos de mando y operativos. Estas decisiones deben venir desde el nivel de los accionistas, que deberán entender la importancia de sacrificar quizá parte de sus utilidades y empezar a valorar también en sus resultados los impactos sociales y ambientales generados.
A 10 años de la meta, si bien ha habido avances en el cumplimiento de los ODS, no son ni remotamente suficientes, por lo que la ONU ha nombrado a ésta la Década de la Acción y todos podemos sumarnos.
Para el ámbito individual y familiar la ONU también ofrece recursos. En la Guía de los Vagos para Salvar al Mundo encontrarás algunas sugerencias de cosas muy sencillas que puedes hacer en cuatro niveles: desde el sofá, tu casa, fuera de casa y en el trabajo, que contribuirán al cumplimiento de diferentes ODS. Puedes consultarla haciendo clic aquí.
De igual forma, lanzó la campaña Actúa Ahora que brinda un manual sobre pequeñas acciones que podemos implementar de manera cotidiana tales como consumir productos locales; reciclar, y reutilizar envases; llevar tu propia bolsa; utilizar menos el automóvil o adaptar y aprovechar ropa usada, entre otros, que apuntan a disminuir nuestra huella ambiental (ir a la página).
Quizá ya estés implementando algunas o muchas de estas sugerencias, pero nunca está de más recordar la importancia de las pequeñas acciones para el logro de los grandes objetivos y estoy segura de que te entusiasmará saber que eres parte de un movimiento global orientado a la construcción de un futuro más sano, justo e incluyente para todos.