Daniel Camacho (Guadalajara, 1971), aparece en un café de la Condesa, en donde hemos quedado de vernos para realizar la entrevista, con las manos llenas: el periódico Reforma doblado, que aún no ha leído, y un libro de Santiago Gamboa, escritor colombiano.
Camacho lee todo, de hecho es lo primero que hace todos los días durante cinco o seis horas. Las páginas de opinión de Reforma, lo primero. Luego más prensa nacional, la española, argentina, chilena… Ante este “vicio” su madre le suele decir: “¿Cómo le haces para no deprimirte con todo lo que estás leyendo?”. “Pero yo no me deprimo, se trata de hacer reír al lector con lo que nos debería hacer llorar”.
“Platico mucho con la gente, escucho, pregunto, hay que tener termómetro de lo que opinan los demás. No hay que tener miopía ni ceguera. No hay que ser caballitos de calandria, que solo miran hacia delante y siempre me pongo del lado del lector. Sin filias y sin fobias. Siempre en contra del poder.
Me solían preguntar:
_ “¿Qué vas a hacer cuando gane Andrés Manuel?”
_ «Pues criticarlo. La militancia no va con este oficio”.
Camacho sabe escuchar. Lo hace con atención mientras toma un café tras otro. Expresso. Lo toma lento, mientras habla. También platica mucho. Lo hace lento, (y más para alguien español) siempre buscando la palabra adecuada.
Otra cosa que hace mucho es dibujar. Muchísimo y de todo. Lo hace desde niño. “Me aficioné por las caricaturas como un método de defensa, pensaba que era más fácil reírse de los demás que de uno mismo. Dibujaba donde fuera, en los cuadernos de la escuela, en los libros, en las paredes de los baños, en pupitres…incluso mi libro de historia, que todavía conservo, en el que escribí y corregí la historia que a mí me gustó contarme. Con los héroes como yo los veía”.
Camacho publicó una caricatura diaria, de lunes a domingo, en el periódico de más tirada nacional, El Reforma, durante más de 15 años. Desde el pasado septiembre lo hace tres veces por semana, y lo combina con otras publicaciones en otros medios.
¿Cómo llegaste a ser caricaturista profesional?
Me titulé de abogacía, pensando que era una carrera liberal, en la escuela pública de Guadalajara. Como era costumbre, yo dibujaba a mis compañeros y a mis maestros pero un día el profesor me arrebató el cuaderno y entonces, pensé dos cosas. La primera que me iba a reprobar y lo segundo fue “si este le comenta al resto de maestros que están también dibujados me van a reprobar todos.
En la siguiente clase, el maestro se acercó a mi lugar y puso un periódico en mi pupitre y me dijo: “Abra la página 6”. Encontré una nota sobre un estudiante que dibujaba caricaturas políticas y me dijo que quizá me interesaría ser caricaturista. Me dio la tarjeta del director del periódico.
Llamé y empecé a colaborar con mi caricatura semanal. Desde entonces, desde los 90 publico en un periódico. Pronto pasé a otro periódico, a Siglo XXI y de ahí a otro periódico, me invitaron de algunas revistas… y así empecé a ser caricaturista en un medio impreso, en un mundo digital donde casi nadie tiene la maravillosa manía de llegar a un café con el periódico (levanta su periódico, que sigue doblado en dos).
Tinta china, plumilla y lápiz
Cuando empecé a dibujar para un periódico lo hacía con tinta china, plumilla, canutero… y era un maravilloso momento el dibujar en donde lo primero que hacía uno era con un lápiz, realizar los primeros trazos. Después con esa plumilla la tinta, tenías que tomar una gota, porque si tomabas de más manchabas el papel de opalina. Ibas a la redacción a entregar tu trabajo. Luego existió el fax y luego se hizo accesible para todos.
El jefe de fotografía del periódico Reforma me confesó en un bar que el director de un periódico donde habíamos coincidido tiempo atrás siempre llamaba :
- ¿Ya mandó Camacho la caricatura?
- Está empezando, ha de caer.
- ¡Ah! te llamo en 20 minutos.
Y regresaba a los 20 minutos que es lo que tardaba en llegar. Era lentísimo, chic, chiiiic, chiiiiiiiiiiiii…veías como llegaba la caricatura.
Luego llegó el mail, y aunque no era como lo conocemos ahora, cambió radicalmente nuestra forma de trabajar. Esta era digital es padrísima pero no puedes desconectarte.
Desde hace años aprendí el Photoshop y luego aprendí a dibujar en una tableta. Es comodísimo, ya no tengo que cargar un escáner. Ahora con la tableta y mi laptop puedo dibujar allá donde esté.
¡Ya supérenlo!
Aunque al principio se negaba a hacer un libro, Camacho lleva ya varios publicados. Siempre criticando al Gobierno en turno. El último libro, ¡Ya Supérenlo!, está dividido por temas en el que escriben escritores acerca de cómo vieron el sexenio de Peña Nieto.
La portada es la silla presidencial y el Presidente está escondido atrás, chiquito: “Así fue su presidencia. Se escondió la impunidad, la injusticia, la desigualdad. Un país con una riqueza que ofende frente a una pobreza que lastima«.
Respecto al título, Camacho quiso recordar a la sociedad “la peor frase que jamás un presidente haya podido decir a los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Quise perpetrar en la memoria colectiva que tuvimos un presidente (larga pausa) sin escrúpulos, sin ética y sin sensibilidad”.
En el subtítulo se hace alusión a cuando Peña Nieto iba aterrizando después de los sismos en Oaxaca, dijo “bueno ya vamos a aterrizar en 3 minutos, bueno en menos, como en 5”.
Capítulo de la Justicia
Es el único capítulo del libro que contiene solo una única caricatura y se lo dedica, como la portada, a los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero. “Es una imagen de la diosa de la justicia, esperando a los estudiantes y a los padres, que no saben dónde llevarle flores a sus hijos».
«Ayotzinapa fue una tragedia emblemática en la que todos nos detuvimos a ver. Tuve claro que no podía hacer un libro con una portada que no sea por los 43«.
«Peña Nieto fue un presidente que permitió una corrupción infame, un iletrado, descerebrado. Un personaje producto de la televisión, un presidente chatarra”.
Los dos presidentes a los que Camacho les dedica un libro fueron a Calderón y a Enrique Peña Nieto. La pregunta es obvia:
- El libro para Andrés Manuel López Obrador, ¿para cuándo?
Me canso ganso
No sé si me esperaré al sexenio porque con todas las mañaneras da para más. ¡Y hay tantas! Es un presidente generoso con el humor de los mexicanos.
La gente se enfada en redes sociales porque lo critico, pero me lo pone fácil. Sin embargo, no hace ni un año de gobierno. Habrá que esperar.
A Andrés Manuel lo veo como un rebelde terco. Bienintencionado. Que no haya ilusos para que no haya desilusionados. Sin embargo, están dándole un poder a la presidencia, otra vez, con facultades metaconstitucionales como decía Carpiso, impresionante.
Hay reformas en las que estamos dando un paso atrás, los contrapesos en el Congreso eran fundamentales y en la Suprema Corte también. Para AMLO es pronto, no tiene un año todavía, todavía está en esa luna de miel. Quizá está dilapidando su mandato con las mañaneras porque satura. Pero yo el título del libro ya lo tengo (Me canso ganso), aunque a este paso no podré esperarme a que termine el sexenio ¡AMLO da para un libro por año!
Las cantinas
Soy periodista de humor gráfico. El periodismo es un oficio, que como dijo mi querido Gabo, (Gabriel Garcia Márquez) en una conferencia en Chicago, se aprende o en una mesa de redacción, o en la mesa de cantina. Y yo he estado en muchas mesas de cantina con muchos periodistas. He trabajado en muchas redacciones, he entrevistado, he hecho notas, he publicado con pseudónimo, he ejercido el periodismo de muchas maneras aunque siempre he querido ser caricaturista.
«Yo no busco humor fácil. Todo el mundo debería creer en algo, yo creo que voy a seguir bebiendo (Groucho Marx)”.