Ante la urgencia de la crisis climática, hay una fuerza que sigue latiendo con más potencia que nunca: la acción local comunitaria. Porque cuando las personas se organizan, el cambio se vuelve acción. Se ha demostrado que cuando al menos el 3.5 % de la población participa activamente en movimientos transformadores, estos cambios nunca han fracasado (Erica Chenoweth, Harvard University). Por eso, The Climate Reality Project realiza los Domingos de Comunidad, encuentros bimensuales que reactivan el poder de lo colectivo desde lo local. Son domingos para promover la acción voluntaria y dar visibilidad a los proyectos que ya están generando impacto en nuestras ciudades. Es ahí, en lo cotidiano, donde empieza la revolución climática.
Cuando las soluciones nacen desde las comunidades, se conectan con la vida real y se vuelven imposibles de ignorar en un mundo donde lo político muchas veces parece distante. Así, el activismo es ese puente que convierte la urgencia climática en acción tangible.
Este pasado 13 de julio, la Ciudad de México fue escenario de un nuevo Domingo de Comunidad con un taller organizado en colaboración con Isla Urbana, proyecto mexicano que promueve la captación de agua de lluvia como solución sustentable frente a la crisis hídrica en este país. El encuentro incluyó una caminata por el Río Magdalena, el último río vivo que atraviesa la Ciudad de México.
Las actividades de acción voluntaria son bimensuales y comenzaron en mayo
Y es que hablar del agua ya no es una opción, es una urgencia. Al 15 de mayo de 2025, casi la mitad del territorio nacional (49.4 %) presentaba algún grado de sequía, desde moderada hasta excepcional, según datos de Conagua. Esto representa un aumento de 2.9 % con respecto a abril, evidenciando que la sequía empeoró en un corto periodo. En este contexto, actividades como la recolección de agua de lluvia se vuelven actos de resistencia cotidiana frente al colapso hídrico. De continuar las acciones humanas en su curso actual, México podría llegar al temido «día cero» en menos de 10 años, que será cuando el agua deje de salir de los grifos, advierte la UNAM.
Los Domingos de Comunidad nacieron en mayo de este año como una respuesta a la necesidad de volver a lo esencial de trabajar con las manos y construir desde abajo. Desde entonces, cada edición ha servido para fortalecer redes, compartir aprendizajes y, sobre todo, recordarnos que no estamos solos. Son un recordatorio de que el cambio empieza en lo local, pero no se queda ahí, pues se multiplica con el poder de la comunidad.
Este esfuerzo también se alinea, de manera natural, con el espíritu del Día Mundial de la Población que se celebra en julio bajo el lema “Para no dejar a nadie atrás, tenemos que contar con todas las personas”. El evento refuerza la importancia de incluir voces diversas y de generar espacios donde todas las personas puedan participar, proponer y transformar.
“El cambio climático se enfrenta también desde abajo, desde las acciones que cada domingo comunitario enciende. Cuando trabajamos juntos, generamos ruido político y social. La comunidad no sólo transforma entornos, transforma mentalidades y futuros”, mencionó Itzel Morales Lagunes, directora de The Climate Reality Project América Latina.
En un año donde las alertas climáticas se vuelven cada vez más frecuentes, los Domingos de Comunidad son una respuesta tangible, constante y profundamente humana. Una invitación a ser parte del cambio, a reconocer que el futuro no se construye sólo con grandes cumbres, sino también desde un parque, un huerto en una azotea, una charla con vecinos o una gota de agua recolectada.
Para conocer más acerca de los domingos de comunidad, formarte como activista climático y unirte a la red global de Líderes Climáticos, entra a: https://www.climaterealityproject.org/training.
*Comunicado de prensa