Compartimos esta nota como colaboración con el Grupo de Acción Climática, un equipo interdisciplinario que busca impulsar la agenda hacia una mitigación y adaptación efectiva del cambio climático. Este proyecto es desarrollado por Mauro Accurso y si te gustó su contenido puedes suscribirte para recibirlo semanalmente en este enlace.
Después del fiasco de la COP25, donde la acción fue bloqueada por los actores más contaminantes, es difícil cerrar el 2019 con algún grado de optimismo con respecto a un freno efectivo al aumento de la temperatura global.
En los últimos meses, escribí poco sobre el tema, ya que sentía bastante escepticismo pero preferí guardarme mis opiniones para no volcar pesimismo en la red.
Pese a que las protestas lideradas por jóvenes lograron poner el tema en agenda, la política terminó dando un cachetazo de realidad al movimiento de justicia climática.
“En los últimos 25 años nunca había visto esta casi total desconexión entre lo que la ciencia y la gente en el mundo reclaman y lo que los negociadores climáticos están consensuando”, aseguró Alden Meyer, Director de Estrategia de la Union of Concerned Scientists. Y por si fuera poco, desde que se firmó el Acuerdo de París en 2015, las emisiones aumentaron 4%.
Lo mejor para entender este abismo entre lo que se necesita hacer para enfrentar la crisis climática y la realidad es el nuevo Informe sobre la Brecha de Emisiones 2019 de ONU Medio Ambiente.
El reporte explica que “para encaminarnos a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, las emisiones deben caer rápidamente a 25Gt para 2030”.
El desafío es que los compromisos actuales nos llevarían a unas emisiones de 56Gt CO2e para 2030 (más del doble), lo cual generaría un aumento de 3,2 °C este siglo.
Entonces, “necesitamos compromisos, políticas y acciones que reduzcan las emisiones 7,6% cada año entre 2020 y 2030. Necesitamos reducciones de emisiones tan drásticas, que, si seguimos postergando la acción, pronto será imposible alcanzar la meta de 1,5 °C”. Si no actuamos a tiempo, “aumentará el costo de construir defensas costeras, proteger la seguridad alimentaria y adaptar la infraestructura”.
Está claro que para lograr avances se deben enfrentar intereses fuertes y desde Carbon Tracker explican que para desinflar esta burbuja de carbono que estamos generando, se requiere que las principales empresas de petróleo y gas recorten su producción por más de un tercio para 2040 para mantener las emisiones en los objetivos internacionales y proteger el valor de sus inversores.
Pero lo que hoy está sucediendo es que los subsidios a los combustibles fósiles están frenando la revolución de energía limpia que necesitamos.
A pesar de esto, hay algunas señales positivas en la transición climática que no pueden dejarse de lado (aunque el futuro dirá si llegarán a tiempo y con la ambición requerida). Por un lado, tenemos a la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que acaba de lanzar un European Green Deal para convertirse en el primer continente carbono neutral en 2050.
Por parte de EE.UU., un reporte liderado por Michel Bloomberg reveló cómo una coalición de estados, ciudades y empresas que representan 68% del PBI pueden alcanzar la carbono-neutralidad para 2050 pese a la falta de apoyo a nivel federal (Trump). Por otro lado, desde China las noticias no fueron muy positivas, aliándose a Brasil en las negociaciones internacionales y todavía invirtiendo en plantas de carbón, aunque aseguran que están cumpliendo por adelantado sus compromisos de reducción de emisiones.
Desde el mundo corporativo, quizás la noticia más relevante de los últimos tiempos fue que Goldman Sachs anunció una nueva política energética que descarta futuras exploraciones petroleras en el Ártico y el financiamiento para nuevas minas de carbón y proyectos de energía a carbón en todo el mundo. Una señal interesante para el mercado aunque no incluya el fracking.
Y mientras nos quedan apenas días para el 2020, según la Organización Meteorológica Mundial, “2019 pone punto final a una década marcada por registros de calor excepcionales, por el retroceso de los hielos y por subidas del nivel del mar sin precedentes a nivel mundial”. Si bien podría considerarse que esta fue la década cuando el mundo se despertó a la amenaza del cambio climático, el riesgo ahora está en que la sociedad civil y el movimiento de jóvenes sea cooptado por la industria fósil y se diluyan sus demandas ante otras prioridades políticas que, incluso, pueden surgir a partir de las consecuencias del cambio climático.
En ese sentido, cerremos la década con una frase de la Persona del Año 2019, según la Revista Time, Greta Thunberg durante la COP25 en Madrid: «Todavía creo que el mayor peligro no es la inacción: el peligro real es cuando los políticos y los CEOs hacen que parezca que se están realizando acciones reales cuando, de hecho, casi no se está haciendo nada aparte de una contabilidad inteligente y relaciones públicas creativas».