Colaboración de: Nora Méndez,
directora de Fundación Aliat de Aliat Universidades
Me siento a escribir justo este 25 de noviembre, una de esas fechas que duele conmemorar. Duele porque, si bien nos recuerda el brutal asesinato de las hermanas Mirabal, en 1960, nos habla de una tragedia presente, constante y, peor aún, en crecimiento.
Fue hace 20 años que, en honor de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, el entonces Secretario General de la ONU oficializó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, haciendo eco de algunos movimientos en favor de los derechos de la mujer, que habían iniciado unos años antes en esa fecha.
Quizá el mayor avance desde entonces en la materia ha sido una mayor visibilización del problema, pero falta aún mucho por hacer para erradicar la violencia que viven millones de mujeres alrededor del mundo.
En México, siete de cada diez han sido víctimas de algún tipo de violencia. En el extremo más doloroso, ésta se traduce en 11 feminicidios cada día en nuestro país, más de la mitad de los cuales es perpetrado por algún miembro de su familia.
Que el propio hogar resulte el lugar más peligroso para una niña o mujer resulta impensable para muchos de nosotros, pero es un drama cotidiano que se ha acentuado en estos meses de confinamiento a raíz de la pandemia originada por el coronavirus.
Por ello, hoy más que nunca, el involucramiento de todas y todos es fundamental para avanzar realmente en la erradicación de este problema sistémico, que incluye aspectos normativos, de política pública, de financiamiento y administrativos, pero también culturales. Sólo en la medida en que, como sociedad, dejemos de normalizar comentarios, actitudes y comportamientos misóginos, podremos realmente poner fin al fenómeno de la violencia de género, pues se convierten en salvoconductos hacia acciones y agresiones mucho más graves.
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A nivel individual, ONU Mujeres nos propone 10 acciones para atacar la violencia de género: 1) Escucha y cree a las sobrevivientes; 2) Enseña a la próxima generación y aprende de ella; 3) Exige respuestas y servicios adecuados para su propósito; 4) Comprende qué es el consentimiento; 5) Conoce los indicios del maltrato y aprende cómo puedes ayudar; 6) Inicia una conversación; 7) Demuestra tu oposición a la cultura de la violación; 8) Haz donaciones a organizaciones de mujeres; 9) Sé responsable y exige responsabilidades a los demás, 10) Conoce los datos y pide más información.
Esto, en el marco de una campaña de activismo de 16 días, a partir del 25 de noviembre, denominada Únete, orientada a generar una estrategia de compromiso político de los gobiernos, con el apoyo de organizaciones sociales y privadas, así como del propio Sistema de las Naciones Unidas, con base en cuatro ejes:
Primero, Financiar de manera prioritaria un paquete de servicios esenciales que incluyan, entre otros, la prevención de violencia de género, acceso a la procuración e impartición de justicia, servicios sociales y de salud, asegurando al tiempo el financiamiento a organizaciones de sociedad civil que trabajan en estos rubros, con especial énfasis en el nexo entre ésta y la COVID-19.
Segundo, Prevenir, a partir de una declaración de una política nacional de cero tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y las niñas, con un plan de acción concreto. Tercero, Responder, poniendo especial atención sobre las víctimas y sobrevivientes, a través del paquete de servicios esenciales y, cuarto, Recopilar datos sobre el estatus de los diversos tipos y modalidades de violencia contra el sexo femenino, incluido el ámbito digital, a fin de generar una política que prevenga y atienda la violencia, con especial énfasis en los temas urgentes que nos ha traído el confinamiento.
Ante la magnitud del problema, quizá estas propuestas pudieran parecernos insuficientes, pues son algo que esperaríamos ya estuviera cubierto, establecido ya como la base de un actuar mucho más decidido para generar estructuras y servicios que den lugar a una vida libre de violencia para todas.
Sin embargo, es fundamental impulsar este esfuerzo por reconocer, justamente, que no tenemos ni siquiera los cimientos de ese andamiaje institucional, así como de relaciones sociales que requerimos y que nos marque una ruta clara al igual que compartida, para seguir avanzando en este sentido.
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