Colaboración de: Nora Méndez, directora de Fundación Aliat de Aliat Universidades
Jennifer McCrea y Jeffrey Walker, autores del libro The Generosity Network, afirman que todos los individuos tenemos la necesidad de dar, de trascender a través de nuestras contribuciones a la sociedad y que solo es necesario encontrar cuál es la causa que nos mueve.
En este sentido, afirman, el papel del recaudador (fundraiser) es de la mayor nobleza y relevancia, pues nos toca ayudar a las personas a encontrar ese camino hacia el principio que les motiva y les permitirá canalizar su deseo de servir a otros.
Sé que más de un colega recaudador estará en este momento levantando la ceja ante esta afirmación pues, en general, a quienes trabajamos en organizaciones sociales, lo que más nos estresa es esto de “la pedidera”.
Y es que la relación entre un “SÍ” y las decenas de “NOs” a los que nos enfrentamos cotidianamente suele ser desoladora, por más convencidos y hasta enamorados que estemos de la causa que promovemos.
Porque sí, en momentos de emergencia, los mexicanos somos los primeros en tender la mano y aportar todo cuanto tenemos; sin embargo, en lo cotidiano, no hemos otorgado aún un lugar regular para las donaciones en el presupuesto de la familia promedio mexicana.
Cuando hablo de esto en algún foro, en este punto suelen argumentarme que el ingreso familiar promedio en México es muy bajo, ante lo cual contesto que, justamente, son aquellos quienes menos tienen, los que proporcionalmente más contribuyen todo el tiempo: lo que dan al vecino en momentos difíciles, las aportaciones a su iglesia o a alguna causa que les resulte cercana.
Aún más: mucho más frecuentemente de lo que imaginamos, esos “muchos poquitos” sumados, constituyen la parte más grande del presupuesto de algunos programas u organizaciones, superando a los grandes donativos de empresas o personas con mayor poder adquisitivo.
Otro argumento en torno a la falta de donaciones es que no está claro el destino de éstas, lo que en algunos casos es cierto.
Esta desconfianza o la afirmación de que ya pagan suficientes impuestos suelen ser los principales argumentos ante los cuales se sofocan muchas intenciones y se apagan muchas causas por falta de apoyo.
Frente a ello, las organizaciones sociales estamos obligadas a redoblar esfuerzos en materia de transparencia, con un desempeño de programas e información claros, tanto hacia los donantes como hacia la sociedad en general.
Debemos cumplir nosotros, pero también invitar, e incluso exigirles a nuestros colegas y aliados, que lo hagan también, pues el prestigio del sector en su conjunto se pone en juego cada vez.
Ante este clima de desconfianza generalizada resultan especialmente relevantes iniciativas como #GivingTuesday, o su versión para hispanohablantes denominada #UnDiaParaDar, que pretende dar visibilidad a diferentes causas alrededor de todo el mundo y sensibilizar a las personas sobre la importancia de la donación.
Esta tradición inició hace algunos años en Estados Unidos en contraposición al consumismo promovido por el Black Friday y el Cyber Monday, que se llevan a cabo en los días posteriores a la festividad del Día de Acción de Gracias, y se ha ido extendiendo alrededor del mundo, integrando cada vez más fondos uno a uno (matching funds) por parte de compañías y organizaciones como Facebook, PayPal o la Gates Foundation.
Son innumerables las causas a las que uno puede elegir apoyar no solo durante este día, sino a lo largo del año. Entender que las necesidades son enormes y que hay muchas personas y asociaciones trabajando día a día por atender diferentes problemas sociales y ambientales que nos afectan a todos y que requieren de nuestro respaldo.
En estas épocas decembrinas en las que nuestra generosidad se ve estimulada, te invito a darte un tiempo para pensar qué causa te mueve el corazón, a cuál te gustaría sumarte. Puede ser un donativo monetario, pero también podrías donar tu tiempo, que es el recurso más escaso.
Aprovechemos la tradicional reflexión de fin de año para preguntarnos qué tanto hacemos por los demás y qué más podríamos hacer para, en su caso, ponerlo en nuestra lista de propósitos del próximo año (pero del lado que ponemos los que sí vamos a cumplir).
Comprometámonos a formar parte de una red de generosidad que se extienda cada vez más, por el bien de nuestro país y del mundo.