Por: Bernardo L.
Director ejecutivo de Alimento Para Todos
Para poder abordar los enormes desafíos que persisten en torno a la alimentación —comenzando por el hambre y la desnutrición— es necesario comprender la forma en que los desarrollos históricos nos han llevado a nuestra forma actual de preparar los alimentos y, posteriormente, de qué manera podemos crear un camino más amplio hacia una alimentación saludable.
“Comer bien”, en la actualidad, implica tomar en cuenta la nutrición y conciliar las contradicciones que surgen inevitablemente; hay hambre, pero también obesidad. Hay desnutrición y, sin embargo, toneladas de alimentos que producimos se desperdician. Las condiciones ambientales, sociales y económicas también afectan la calidad de nuestra alimentación. Hoy, el mundo parece agobiado por la contaminación, una pandemia persistente, inflación vertiginosa, la lucha por ganar un salario digno y conflictos armados que podrían contribuir a desencadenar una crisis alimentaria mundial.
En un mundo interconectado, en el que nuestros alimentos dependen de una variedad de personas en diferentes lugares que experimentan diferentes condiciones laborales y de vida, comer bien implica necesariamente procurar sistemas alimentarios capaces de nutrir a todos; sin embargo, los bancos de alimentos en México están sufriendo una suerte de pandemia prolongada.
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Durante la pandemia, muchas familias cambiaron sus hábitos de consumo por compras en línea y comenzaron a trabajar desde casa. Estos hábitos se han mantenido en ciertas poblaciones, particularmente en los estratos de mayores ingresos, eso significa un volumen menor de donativos durante las campañas de recaudación de fondos en persona, así como una menor interacción en programas de voluntariado, eliminando dos formas de apoyo cruciales.
La incertidumbre en torno a los precios de las materias primas así como la resiliencia y capacidad de respuesta de las cadenas de suministro también han puesto a prueba el modelo operativo de los bancos de alimentos y organizaciones de primera línea, exponiendo a las poblaciones más vulnerables a la posibilidad de recortes o interrupciones en los programas de asistencia que necesitan más que nunca.
Al interior de Alimento Para Todos se ha gestado una respuesta clara desde el inicio de la pandemia: hacer todo lo necesario para no interrumpir programas de asistencia clave ni detener operaciones de rescate y redistribución. Todos los días trabajamos por encontrar maneras de cumplir el objetivo de erradicar el hambre y la desnutrición.
Creemos que los tiempos de incertidumbre son también una oportunidad para encontrar nuevos mecanismos de cooperación y nuevas formas de ayudar.
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