Por: GenÉthico
Es increíble que no hayamos alcanzado un consenso sobre la definición de familia. Esto nos genera obstáculos para establecer y diseñar políticas que permitan reconocer y valorar el papel de las familias en la sociedad.
A nosotras nos gusta definir la familia desde la perspectiva más humana. Entendemos que la familia es ese grupo de personas que conviven y se cuidan entre sí. Personas que velan por la estabilidad emocional de sus miembros y que persiguen sobre todo el bienestar actual y el futuro de las generaciones venideras.
Actualmente nos esforzamos en mejorar el bienestar de los individuos intentando fortalecer tanto sus valores como su desarrollo. Es obvio que no siempre lo conseguimos, probablemente porque tendríamos que revisar primero si los valores que inculcamos son los correctos.
Nos encontramos ante múltiples situaciones y realidades pero la investigación sociológica y antropológica identifica un perfil nítido en el mejor escenario para el desarrollo sostenible y es la familia estable.
La familia actual y futura
Los retos más importantes a los que se enfrenta nuestra sociedad cambiante e intercultural es llegar a acuerdos tanto legislativos como sociales entorno a lo que es una familia y sobre el propio futuro de ésta sin partir de convicciones ideológicas o religiosas.
¿Podremos primar el amor por encima de la historia establecida?
La familia debe ser un núcleo comprometido, estable. Ojo, no se habla de la estabilidad tradicional, sino la emocional, aquella que permita el acompañamiento ante las diferentes necesidades que planteen los miembros que componen el núcleo familiar.
Dicha estabilidad ha sido analizada a través de cientos de estudios, los cuales concluyen que:
1. Beneficios de las familias estables
Aquellos que se desarrollan en una familia estable tienen mayor esperanza de vida e índices menores de enfermedades mentales o adicciones. Además, en los menores se previene la delincuencia a partir de la pubertad, tienen mejores resultados académicos y menos embarazos no deseados. Incluso si lo miramos desde un punto de vista económico para el estado, se aplica el refrán de “es mejor prevenir que curar”. Es cierto que se puede aplicar a todo pero en este caso, una familia estable es mucho más económica para el estado.
2. Rupturas familiares
El estado ha cifrado que el coste de las rupturas familiares suponen varios miles de millones de euros. Como no se construyen sociedades con valores relevantes fuertes, la carga estatal que suponen las prestaciones sociales, seguridad social, acogida de menores…es insostenible además de dañina para las personas que las sufren.
3. Familias y legislación
Directamente relacionado con el punto anterior está la actitud de las familias estables, ya que son más disciplinadas en el cumplimiento de la legislación contribuyendo mejor al bienestar general.
4. Rol de los jóvenes
La sociedad actual tiene una incapacidad real para integrar a los jóvenes. Ya no sólo nos encontramos ante la precariedad laboral a pesar de haber tener a los jóvenes mejor preparados de la historia, educativamente hablando. A todo ello se suma el creciente sentimiento y concienciación sobre la crisis climática, ante la cual no han contribuido pero sí que sufrirán sus consecuencias.
La sociedad no sólo pierde lo que ha invertido en educación dada la emigración laboral. La desesperanza que ello genera termina provocando el desarrollo de comportamientos laborales inapropiados que perdurarán toda la vida y que no existían de origen. Sin hablar de la pobreza institucional que se generará y, por tanto, el aumento de las posibilidades de drogadicción, delincuencia o violencia juvenil. La dependencia del hogar familiar o la imposibilidad de independizarse hacen mella también en la estabilidad emocional de muchos jóvenes a los que se les ha vendido un futuro espléndido si completaban al máximo sus currículums generando una expectativa que nunca llega.
5. Los abuelos, el nuevo rol
El posicionamiento social de los abuelos ha dado un cambio radical. Es evidente que el envejecimiento de la población es uno de los problemas más significativos para el sistema económico actual. En otro contexto, en otro paradigma, no lo sería, pero de eso ya hemos hablado en otros artículos.
En la actualidad, 1 de cada 9 personas tiene 60 años o más y se espera que para 2050 sea 1 de cada 5, lo que hace que este fenómeno no puede ser ignorado. Para que ello no suponga una carga social ni una explotación directa de nuestro mayores, es necesario entender esta etapa como un ciclo más de crecimiento, aportando vida de calidad a los años y no sólo años a la vida de una persona.
La consecución de este objetivo depende directamente de las relaciones entre las distintas generaciones que conviven en la misma época dentro del núcleo familiar. Sin embargo, son los mayores quienes cuidan, en gran parte, a otros miembros de la familia. La falta de políticas en favor de la conciliación, la escasez de guarderías públicas y la precariedad salarial, hacen de los mayores el pilar fundamental de las familias para el cuidado de los infantes.
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La contribución de las familias a los ODS
“Families and Societies” es el mayor proyecto de investigación de la Comisión Europea sobre temas familiares. En él han trabajado conjuntamente con las universidades de Oxford, Estocolmo, Amberes y Lovania, además del Instituto Nacional de Estudios Demográficos francés, la London School of Economics and Political Science, la Academia de las Ciencias Sociales de Austria o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre otros.
Todos ellos concluyen que la estabilidad familiar ha sufrido un acusado y constante declive, tanto desde el ámbito de la supervivencia como del desarrollo emocional.
La familia debe estar anclada en los valores éticos que establecen como responsabilidad primordial el cuidado y protección de los infantes. Asegurando en todo ello el desarrollo pleno de su personalidad desde el amor y la comprensión.
Desde el instituto de La Familia persisten en que la unidad familiar es elemental ya que constituye una institución trascendente la cual repercute directamente en el progreso de la sociedad.
Organizaciones como UNICEF señalan en informes de síntesis del Centro de Investigación de Innocenti que los gobiernos deben incentivar políticas públicas internacionales y nacionales que promuevan el bienestar y la protección de la familia. Además, exponen que hay al menos 3 ODS que requieren de dichas políticas públicas de familia, los cuales son:
ODS 1. Fin de la pobreza
Desde dicho centro de investigación, han demostrado que las políticas de protección social para familias monoparentales (principalmente mujeres con hijos a cargo, de entorno rurales, víctimas de violencia machista, etc) resultan significativas para su sustento por lo que tienen un alto impacto en la reducción de la pobreza. (Lee más sobre el ODS 1).
ODS 4. Educación de calidad
En este caso no se ha clasificado por países las evidencias, pero las conclusiones del estudio fueron claras: “las políticas de familia de intervención para promover la asistencia al aula y el aprendizaje escolar en todos los niveles de la infancia aportan que a largo plazo pueda haber más familias con altos niveles educativos” (UNICEF, 2018). (Lee más sobre el ODS 4).
ODS 16. Paz, justicia e instituciones sólidas
Cuando los gobiernos asisten prioritariamente a las políticas que consiguen, no sólo identificar sino también intervenir y hacer un seguimiento de la violencia machista y de la violencia contra los infantes, se identifican elementos como el alcohol y las drogas en los agresores. (Lee más sobre el ODS 16).
Este tipo de políticas permiten tener esa trazabilidad de los hechos para actuar ante ellos una vez producidos. No obstante, lo más eficaz que desarrollan es que consiguen reducirlos e incluso eliminarlos, suprimiendo así la violencia del entorno familiar. Todo ello desencadena un futuro más próspero para todos los miembros de ese entorno familiar y para la sociedad en su conjunto.
“El Desarrollo Sostenible no es posible sin la familia»
Así han resumido varios organismos como la International Federation of Family Development, UNICEF o el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, en diferentes congresos e informes realizados globalmente que evalúan cómo las familias contribuyen a los ODS. Estos informes determinan que el instrumento más potente que tienen los gobiernos para influir en el nivel de vida de las generaciones futuras son las familias.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una oportunidad para emprender un camino en el que los países y sus sociedades prosperen erradicando la pobreza, combatiendo el cambio climático, impulsando la educación, la igualdad real de la mujer, diseñando las ciudades del futuro y preservando el medio ambiente, entre otros, pero sobre todo, no dejando a nadie atrás.
Lo hemos comentado en otras ocasiones desde GenÉthico y todos los organismos, empresas, ONGs y sociedad implicados en la lucha ante la crisis climática y social, coinciden. Es hora de hablar menos y actuar más.
La familia constituye, por tanto, el sistema más potente, humano y económico que conocemos para transmitir carácter y competencia. En un entorno político favorable las familias siempre llegan más lejos. Dicho entorno hace que los centros educativos favorezcan la participación de los padres, las empresas promuevan y reconozcan las obligaciones familiares sin connotaciones de género, entendiendo la familia como el centro de su práctica. Además, las leyes se idean desde la percepción de los diferentes papeles de los miembros familiares donde son cuidadores, padres, cónyuges y trabajadores.
Este artículo fue publicado originalmente en GenÉthico. Lea el original aquí.
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