Por: Caleb Palma
Alimento Para Todos
La comida es fundamental para la vida y, esta necesidad compartida, predispone a los alimentos como un sitio potencial para prácticas y relaciones conectivas y de convivencia. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que más de mil millones de personas sufren desnutrición en todo el mundo pese a que al mismo tiempo el mundo produce alimentos suficientes para alimentar a miles de millones más que la población mundial actual de siete mil millones, los desafíos sociales, políticos, económicos y ambientales que se plantean en los sistemas alimentarios contemporáneos comienzan a ser evidentes.
Dados los niveles actuales de producción mundial, ya sea que estemos de acuerdo con las implicaciones sociales y ambientales de estos o no, está claro que las tasas de desnutrición en todo el mundo no son simplemente un indicador de la praxis agrícola, sino que demuestran los problemas sociales y estructurales continuos y más amplios en torno a la accesibilidad, equidad y justicia.
El pasado domingo 20 de Febrero se conmemoró la fecha declarada por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día de la Justicia Social. En este ámbito, la relación entre justicia alimentaria y justicia social ha sido una constante durante la trayectoria de alimento Para Todos así como, esencialmente, la razón de ser de la Institución.
Alimento Para Todos se enfoca en explorar y expandir los discursos y prácticas de la justicia alimentaria
Es difícil mencionar otro tema público tan accesible para las personas en su vida diaria como el de la justicia alimentaria. Todo el mundo, independientemente de su edad, sexo, etnia o clase social, come. Todos estamos involucrados y todos estamos implicados. La multiplicidad de formas en que podemos relacionarnos con los alimentos, incluidos cultivar, comprar, comer, cocinar, escribir, procesar, comercializar, vender y observar, representa su potencial radical como un conjunto de relaciones sociomateriales dinámicas que pueden adaptarse y subvertir prácticas y entendimientos existentes, permitiendo que los alimentos ‘hablen’ a distintas personas en una variedad de contextos diferentes.
Siendo conscientes del potencial de la comida para transformar paradigmas políticos, dinámicas sociales y sistemas productivos, Alimento Para Todos se enfoca en explorar y expandir los discursos y prácticas de la justicia alimentaria.
Si bien la justicia social ha sido una tendencia constante, aunque subsidiaria, en el movimiento alimentario desde al menos la década de 1960, los movimientos alimentarios alternativos se han alejado históricamente de esto hacia visiones de sistemas alimentarios más centradas en el consumidor y el estilo de vida. Como resultado, estos mercados (a menudo nichos) han sido objeto de crecientes críticas por su elitismo, conduciendo a la construcción relativamente reciente de ‘justicia alimentaria’, que surgió de un trasfondo de diversas preocupaciones de justicia social para exigir atención a las desigualdades socioeconómicas, ambientales y culturales dentro de los sistemas agroalimentarios y la sociedad en general.
Fundamentalmente, para Alimento Para Todos el objetivo entonces es confrontar las causas, los procesos y los resultados de estas desigualdades a través de la procuración del acceso a alimentos suficientes, asequibles, saludables y culturalmente apropiados. Aún reconociendo sus potenciales limitaciones, la amplitud de los temas que cubre la justicia alimentaria es una fortaleza en su capacidad para involucrar y reunir en diálogo a una amplia gama de intereses, haciendo visibles las desigualdades persistentes que han sido ignoradas o abordadas de forma poco efectiva a través de otros discursos.
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