Colaboración de: Nora Méndez, directora de Fundación Aliat de Aliat Universidades
Hablar de movilidad social es, afortunadamente, cada vez más frecuente en México, poniendo luz a aspectos individuales y colectivos que favorecen o limitan las posibilidades de un individuo o grupo de mejorar sus niveles de bienestar.
Así, hoy no hablamos únicamente de desigualdad en los ingresos de las personas, sino también en función del acceso a oportunidades de atención a la salud, educativas, laborales, o bien de problemas de exclusión, que pueden impactar su movilidad social.
Por ejemplo, sabemos que la disparidad en el acceso a servicios de salud tiene un fuerte impacto en las posibilidades de movilidad social de un sujeto, en la medida en que coloca a unos y a otros en diferentes condiciones de vulnerabilidad: mientras algunos pueden tener acceso a este tipo de servicios de calidad, para otros, una enfermedad puede ser catastrófica e implicar no sólo la posible pérdida de un ser querido, sino además del patrimonio familiar e incluso de sus posibilidades futuras de ingreso.
Por su parte, diferentes estudios reconocen el impacto que puede tener la culminación de estudios profesionales en las posibilidades de ingreso, con diferencias positivas en salarios promedio de entre 70 a 100% con respecto a quienes estudian sólo hasta educación media superior (OCDE, Panorama de la Educación 2017).
Por ello, es de suma importancia los esfuerzos para ampliar el acceso a la educación que se realizan desde los ámbitos público, privado y social, pero también –y quizá especialmente-aquellos destinados a fortalecer la calidad y la pertinencia de la formación que se imparte.
Contar con un título universitario ayudará, efectivamente, en la medida en que el estudiante haya adquirido las habilidades y conocimientos necesarios para insertarse y desenvolverse eficientemente en el mercado laboral, a partir de los requerimientos reales de este último, así como aquellas competencias personales que le permiten una mejor inserción social y el pleno ejercicio de sus derechos.
Pero no basta con la adquisición de competencias del estudiante; en contraparte, las empresas deben ofrecer condiciones laborales, salarios y prestaciones justas, que permitan a sus trabajadores realmente mejorar sus ingresos y el bienestar de sus familias.
Aún más, las organizaciones pueden ser un factor de gran importancia en la movilidad social, generando tracción en favor de comunidades en condiciones de desventaja o vulnerabilidad, como lo plantea la perspectiva de negocios inclusivos.
Ésta propone ir más allá de las acciones asistenciales o de responsabilidad social corporativa, para buscar integrar en la propia cadena de valor de la corporación a individuos y grupos vulnerables, ya sea como proveedores o distribuidores, sin descontar la posibilidad de integrarlas en el propio proceso de producción.
Así, la discusión va superando la falacia de que quienes no avanzan es porque no se esfuerzan lo suficiente, para centrar la atención en la forma en que el Estado, pero también otros actores sociales podemos contribuir a la generación de oportunidades accesibles para todos.
En este orden de ideas, resulta de especial relevancia develar todas aquellas exclusiones por cuestiones étnicas, de género o clase que se convierten en verdaderos diques para la movilidad social.
En palabras de Martha Nussbaum, explorar “…las limitaciones del contrato social para modelar los ideales de inclusión e igualdad en el respeto de la dignidad humana, cuando ciertos grupos de personas no están representados en dicho contrato” (Centro de Estudios Espinosa Yglesias, EMOVI 2019).
Cada vez contamos con más información y estudios que permiten identificar las fallas estructurales e institucionales que impiden corregir las desigualdades prevalecientes, lo que sin duda deben considerar nuestras autoridades para diseñar políticas públicas eficientes, pero que también debemos conocer los diferentes actores sociales para saber de qué forma podemos contribuir a lograrlo.
Reconocer al otro, mirar al otro, entenderlo, incluirlo, superando el clima de polarización social y nuestra propensión a restringir nuestro contacto a aquellos que nos son afines o nos reafirman.