De acuerdo con Naciones Unidas, en los últimos 75 años, la incitación al odio se ha visto como precursor de delitos atroces, incluido el genocidio, desde Ruanda hasta Bosnia y Camboya.
Más recientemente, se ha relacionado fuertemente con la violencia que resulta en asesinatos en masa en varias partes del mundo. La iniciativa proporciona ideas sobre cómo abordar las causas fundamentales y los impulsores este flagelo y cómo reducir su impacto en las sociedades.
António Guterres, secretario general de la ONU, expresó el día de ayer a los Estados Miembros durante una reunión informal que la iniciativa busca profundizar el entendimiento de las Naciones Unidas sobre el impacto insidioso de las expresiones de odio y cómo pueden abordarlo de manera más efectiva en su trabajo.
“El discurso del odio es en sí mismo un ataque a la tolerancia, la inclusión, la diversidad y la esencia misma de nuestras normas y principios de derechos humanos. En general, socava la cohesión social, erosiona los valores compartidos y puede sentar las bases de la violencia, haciendo retroceder la causa de la paz, la estabilidad, el desarrollo sostenible y el cumplimiento de los derechos humanos para todos”, aseguró el titular de la ONU, pidiendo el apoyo de los países para implementar la Estrategia, así como un mayor compromiso de las empresas privadas, la sociedad civil y los medios de comunicación.
Esta estrategia y plan de acción son completamente nuevos, pero están enraizados en nuestro compromiso más antiguo. El respeto por los derechos humanos, sin discriminación por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es un hilo conductor de la Carta de las Naciones Unidas”, expresó el Secretario.
“Tanto en las democracias liberales como en los regímenes autoritarios, algunos líderes políticos están incorporando las ideas y el lenguaje alimentado por el odio de estos grupos a la corriente principal, normalizándolos, endureciendo el discurso público y debilitando el tejido social”, advirtió Guterres.
Dos objetivos del Plan
Guterres explicó que su Plan tiene dos objetivos principales. El primero, abordar las causas fundamentales de la incitación al odio como la violencia, la marginación, la discriminación, la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la falta de educación básica y unas instituciones estatales débiles.
“El segundo objetivo primordial es permitir que las Naciones Unidas respondan de manera efectiva al impacto del discurso del odio en las sociedades”, explicó el titular de la ONU, añadiendo que las recomendaciones incluyen convocar a individuos y grupos con puntos de vista opuestos; trabajar con plataformas de medios tradicionales y sociales; participar en actividades de promoción; y el desarrollo de orientación para las comunicaciones para contrarrestar las tendencias y campañas del odio.
Además, aseguró que el Plan va más allá de Nueva York e incluye formas en las que los equipos de país y las Misiones de todo el mundo pueden actuar para defender la verdad y contrarrestar el discurso de odio.
“A medida que los nuevos canales de los que se sirven quienes incitan al odio están llegando a audiencias más amplias que nunca y a la velocidad de la luz, todos nosotros, las Naciones Unidas, los gobiernos, las empresas de tecnología, las instituciones educativas, necesitamos intensificar nuestras respuestas”, dijo Guterres.