Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la capa de ozono «es una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo así a preservar la vida en el planeta«.
En particular, la capa de ozono nos protege de la radiación ultravioleta, conocida como UV-B, que provoca quemaduras solares. La exposición prolongada a altos niveles de UV-B amenaza la salud humana y daña a la mayoría de los animales, plantas y microbios, por lo que la capa de ozono protege toda la vida en la Tierra.
El agotamiento de la capa de ozono y el agujero de ozono
Los científicos confirmaron el agotamiento de la capa de ozono, y vieron la aparición de un agujero, en 1970, esto impulsó a la comunidad internacional a establecer un mecanismo de cooperación para tomar medidas para proteger la capa de ozono y convirtió su preservación en el primer reto de protección al medio ambiente a nivel global.
Se determinó que los productos químicos artificiales que contienen halógenos son la principal causa de pérdida de ozono. Estos productos químicos se conocen colectivamente como sustancias que agotan la capa de ozono (SAO). Las SAO se utilizaron literalmente en miles de productos en la vida diaria de las personas en todo el mundo.
Las SAO más importantes fueron los clorofluorocarbonos (CFC), que en un momento se utilizaron ampliamente en aire aondicionado, refrigeradores, latas de aerosol y en inhaladores utilizados por pacientes con asma. Otros productos químicos, como los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), los halones y el bromuro de metilo también agotan la capa de ozono.
Cuando una molécula de CFC llega a la estratosfera, finalmente absorbe la radiación ultravioleta, lo que hace que se descomponga y libere sus átomos de cloro. Un átomo de cloro puede destruir hasta 100,000 moléculas de ozono. Demasiadas de estas reacciones de cloro y bromo interrumpen el delicado equilibrio químico que mantiene la capa de ozono, lo que hace que el ozono se destruya más rápido de lo que se crea, según Ozone Secretariat de las Naciones Unidas.
Convenio de Viena y Protocolo de Montreal
Por esta razón se formalizó en el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, que fue aprobado y firmado por 28 países, el 22 de marzo de 1985, cumpliendo este 2020 35 años de su creación. En septiembre de 1987, esto condujo a la redacción del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono.
El Protocolo de Montreal se crea en torno a varios grupos de sustancias destructoras del ozono. Los grupos de sustancias químicas se clasifican de acuerdo a la familia química y se enumeran en los anexos al texto del Protocolo de Montreal. Exige el control de casi 100 sustancias químicas en varias categorías. Para cada grupo o anexo de sustancias químicas, el Tratado establece un calendario para la eliminación gradual de la producción y el consumo de esas sustancias, con el objetivo de eventualmente eliminarlas por completo.
Debido a esto, en 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 16 de septiembre Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en conmemoración de la fecha de la firma del Protocolo sobre dichas sustancias.
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La Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, son los primeros tratados ambientales internacionales respaldados universalmente por 198 naciones del mundo.
Algunas consecuencias del agotamiento de la capa de ozono
El agotamiento de la capa de ozono, no solo causa daños al medio ambiente sino también a la humanidad:
- Gracias al Protocolo de Montreal, se ha evitado un mundo en el que se habrían producido graves agujeros de ozono cada año en el Ártico y la Antártida
- El agotamiento del ozono permite que más radiación UV-B llegue a la superficie de la Tierra, pero la radiación UV-B también varía naturalmente
- Existen fuertes vínculos entre la sobreexposición a la radiación ultravioleta y el desarrollo de las tres formas más comunes de cáncer de piel (melanoma maligno, carcinoma de células basales y carcinoma de células escamosas)
- La exposición a altos niveles de radiación ultravioleta conduce a un mayor riesgo de cataratas. La Organización Mundial de la Salud ya considera a las cataratas como una enfermedad ocular prioritaria
- Aunque todavía no se puede cuantificar la pérdida en la producción de alimentos, el agotamiento del ozono habría dificultado progresivamente la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible, Hambre Cero
- Así como el agotamiento incontrolado del ozono amenaza la producción de alimentos, también amenaza a las plantas, los animales y los microbios en los ecosistemas naturales
- El aumento de la radiación ultravioleta también estimula la descomposición de las hojas en descomposición y otra materia orgánica
En la década de 1980, la comunidad mundial decidió hacer algo sobre el agotamiento del ozono. Ante la creciente evidencia de que los CFC dañaban la capa de ozono y la comprensión de las muchas consecuencias del agotamiento descontrolado, los científicos y los responsables políticos instaron a las naciones a controlar el uso de CFC.
«A lo largo de más de tres decenios, el Protocolo de Montreal ha hecho mucho más que reducir el agujero de la capa de ozono, también nos ha demostrado cómo la gobernanza ambiental puede dar respuesta a la ciencia y cómo los países pueden hacer frente juntos a una vulnerabilidad compartida. Hago un llamamiento a fomentar ese mismo espíritu de hacer frente común por una causa y, especialmente a ejercer un mayor liderazgo ahora que nos esforzamos por aplicar el Acuerdo de París sobre el cambio climático y por poner en marcha las ambiciosas medidas en esta esfera que con tanta urgencia necesitamos adoptar«, afirmó António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en 2018.
México ante este fenómeno
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México considera que, en el contexto del disfrute y goce del derecho humano a un medio ambiente sano, el adecuado manejo y control de las sustancias químicas que destruyen la capa de ozono forma parte de las condiciones que permiten una vida considerable y digna de la población.
Por ello, el Organismo Nacional ha exhortado a las autoridades correspondientes a que, en el ámbito de sus atribuciones, contribuyan de manera coordinada a atender los compromisos del Protocolo de Montreal y sus enmiendas, para que a su vez se coadyuve con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la Agenda 2030.
Según el portal web del Gobierno de México, «México ha suprimido, a la fecha, el 97.5% del consumo de las sustancias que dañan la capa de ozono eliminando totalmente la utilización de los CFC, del tetracloruro de carbono (CTC), de los halones y del bromuro de metilo. Al día de hoy, sólo los HCFC se siguen utilizando. Estas sustancias se ubican principalmente en aires acondicionados, agentes solventes y sistemas de aislamiento térmico», esto para 2016.
Por otra parte, el doctor Mario Molina, Premio Nobel de Química, señala que «transformar la economía mexicana en una de bajo carbono es algo que México tendrá que hacer tarde o temprano. Mientras más pronto lo hagamos será más barato y conllevará a más beneficios para la sociedad y los ecosistemas».
«El papel del sector eléctrico dentro del Plan de Acción Climática es clave. México ha sido históricamente un país productor de petróleo, cuya economía se ha basado enormemente en este recurso, por lo cual la transición hacia energías limpias como la eólica, solar o nuclear, debe acelerarse y complementarse con las realidades económicas del país», dice Molina.
Siendo conscientes de lo consumimos, responsables de nuestros actos y con ayuda de los gobiernos alrededor del mundo, podemos contribuir y seguir preservando la capa de ozono. Recordemos que Tierra solo hay una y es nuestra responsabilidad protegerla.
Con información de ONU, CNDH y Gobierno de México.
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