La cooperación entre el gobierno, sector privado y sociedad civil es imprescindible para para implementar políticas y estrategias encaminadas a visibilizar el trabajo y aportación de las mujeres rurales y así romper con la brecha de género, pobreza y acceso a oportunidades que aún prevalecen; fue una de las principales conclusiones del foro “Resignificando el papel de las mujeres en el campo mexicano”, organizado por Bayer de México, en el marco del Día Internacional de la Mujeres Rurales.
En dicho encuentro, donde participaron Ancuta Caracuda, especialista senior en Desarrollo Territorial del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA); Carolina Maldonado Pacheco, directora de los Derechos Económicos de las Mujeres de INMUJERES; Saraí Chávez Chávez, distribuidora de productos para el campo; y Laura Tamayo, directora de asuntos públicos, comunicación y sustentabilidad en Bayer México, se abordaron los principales retos y obstáculos que sufren las mujeres rurales en nuestro país y América Latina, así como las acciones necesarias para empoderarlas y mejorar sus condiciones de vida.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que, en América Latina, las mujeres rurales representan el 29% de la fuerza laboral, y son responsables de más del 50% de la producción de alimentos. La gran mayoría son jefas de hogar y el sustento de sus familias, pero a pesar de ser una pieza fundamental en el sistema alimentario, aún enfrentan diversos obstáculos para ejercer sus derechos. El Instituto Nacional de las Mujeres señala que 56% de las mujeres rurales de nuestro país se encuentra en situación de pobreza; sufren 2 de cada 3 muertes maternas y tienen en promedio 2.4 años menos de escolarización que las mujeres que viven en núcleos urbanos. Tienen, además, menor acceso a la tierra y a programas de financiamiento y capacitación para su desarrollo como agricultoras.
“Las brechas estructurales aún son muchas y bastante profundas, y cuando hablamos de esta intersección entre ser mujer y vivir en un entorno rural ya es una desventaja. Las mujeres rurales están inmersas en un contexto de empleo precario, de una baja participación económica, y en este entorno virtual, la apropiación tecnológica también es bastante baja”, señaló Maldonado.
Por ello, es necesario “acercarnos a ellas y escucharlas, entender cuáles son sus necesidades y qué soluciones proponen. Alla fuera hay muchas buenas prácticas y emprendimientos de mujeres rurales exitosas, por eso, más allá de tener una relación vertical, es mejor abrir espacios donde ellas puedan intercambiar experiencia. Ayuda más que ellas vean ese ejemplo de éxito que muchos cursos o programas”, finalizó.
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Por su parte, Ancuta Caracuda señaló los lineamientos o estrategias, que, a su parecer, deberían estar reflejadas en estrategias y programas públicos: “estos deberían tener un enfoque de equidad e inclusión, que tengan como objetivo principal combatir las desigualdades entre hombres y mujeres, así como la democratización de las actividades del cuidado familiar y construcción de nuevas masculinidades en los hombres rurales”. Para la especialista, “hoy más que nunca, las mujeres deben de ser el foco de atención de las políticas nacionales, sectoriales e internacionales, donde se revalorice el papel de hombres y mujeres para que las estrategias sean escritas con inclusión de género, articulando la realidad del campo y el ámbito económico”, finalizó.
En este sentido, Laura Tamayo, quien también es presidenta de la Comisión de Inclusión y Diversidad del Consejo Coordinador Empresarial, apuntó que el abordaje se debe dar a partir de “políticas con perspectiva de género en dos ámbitos: el económico, que tiene que ver con la educación y la capacitación; y el punto de vista social, que involucra a redes de mujeres rurales y de colectivos que ayuden a desarrollar el talento del género femenino en el campo mexicano”.
Comentó que esta labor debe ser «un trabajo en equipo, donde cada uno de los diferentes actores tienen una responsabilidad. Desde el punto de vista empresarial, la inclusión y la diversidad, en cualquier ámbito, genera riqueza y valor. La inclusión no solamente es un tema de justicia, sino de tener la representatividad y de buenas prácticas de negocio. Por ello, las empresas privadas tenemos una responsabilidad en el campo para ver de qué manera se puede mejorar su desarrollo y aplicar planes sociales con perspectiva de género”.
Mientras que Saraí Chávez, argumentó que “el conocimiento hace que cualquier género sea digno de tener una posición de liderazgo dentro de la cadena productiva en el sector agrícola. El hecho de que las mujeres del campo se sientan valoradas dentro del proceso productivo puede generar un cambio en este sector, por lo que mi recomendación es seguirnos preparando y estar a la vanguardia para podernos abrir camino en esta industria”.
Las ponentes señalaron la necesidad de hacer parte activa a las mujeres en la toma decisiones de este sector, así como construir alianzas estratégicas sólidas para poder alcanzar los Objetivos de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas, de la cual México es firmante.
Bayer reafirma su compromiso con el desarrollo de las mujeres en el campo; a través del impulso de acciones estratégicas que sumen a concientizar a los actores clave sobre las necesidades y oportunidades que se les presentan en el día a día. Asimismo, a contribuir a dotarlas de herramientas que les permitan posicionarse como pieza clave y fundamental en nuestra sociedad.
Comunicado de prensa.
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