Sí, rotundamente sí. Llevamos años presenciando estudios que demuestran que el agua embotellada no es más saludable que el agua del grifo. La nula divulgación de estos estudios y de las evidencias científicas es a causa del gran interés monetario que hay detrás de uno de los mayores engaños creados hasta la fecha.
Contexto
Annie Leonard, en su documental “The Story of Bottled Water” y en toda la serie que le sigue, dice “esta es la historia de un mundo obsesionado con las cosas. Es la historia de un sistema en crisis. Estamos destrozando el planeta, estamos destruyéndonos los unos a los otros y encima ni siquiera estamos disfrutando. La buena noticia es que cuando empecemos a comprender cómo funciona el sistema también empezaremos a ver mil formas de darle la vuelta a los problemas para encontrar soluciones”.
La industria del agua nace de las industrias de refrescos. Tras darse cuenta que la gran mayoría de la población tiene un límite más o menos elevado del consumo de dichos refrescos, que seguirían consumiendo agua y que las autoridades sanitarias no tardarían en detectar los elementos perjudiciales para la salud de dichos refrescos, estas empresas decidieron embotellar agua.
Al principio no tuvo mucho éxito… ¿Por qué comprar agua embotellada con un precio hasta 2.000 veces mayor que la del grifo?
Promoción del agua embotellada
Ahí empezaron las miles de campañas de comunicación, por parte de las empresas comercializadoras, para hacer sentir insegura a la población con el consumo del agua el grifo. Las acciones marketinianas llevadas a cabo fueron tan agresivas que algunas de las embotelladoras que se dedicaban a filtrar otra vez el agua del grifo para después embotellarla y venderla un 1.500% más cara que la del grifo, difundieron que ésta última no era tan saludable como la suya.
Las imágenes del agua embotellada están repletas de paisajes idílicos, naturaleza, bosques, pero nada más lejos de la realidad. Un tercio de toda el agua embotellada de los EEUU proviene del grifo y a nivel mundial el dato asciende al 59%. La llaman agua purificada pero es agua del grifo filtrada de nuevo.
El resto de aguas embotelladas proceden de acuíferos subterráneos y manantiales. Por lo general, el agua del grifo viene casi en su totalidad de ríos y lagos cuyos controles sanitarios son, en su inmensa mayoría, mucho más exigentes que los del agua embotellada.
Lo sabemos, resulta duro y tendríamos que analizar la situación exacta de cada ciudad, pueblo o aldea, pero no caigamos en los mensajes fáciles. Si nos vamos al Cuerno de África o a Bangladesh donde escasea el agua y la poca que encontramos suele estar contaminada por vertidos como los de la industria textil, de las mismas fábricas embotelladoras o infectada por las casi inexistentes medidas sanitarias derivadas precisamente de la escasez de agua; el agua embotellada es más segura. No obstante, precisamente en las regiones con esas características, el agua embotellada también escasea y está al alcance de muy pocos pagar esa tarifa.
En el mundo desarrollado tenemos la suerte de abrir un grifo y que salga agua potable y perfectamente saludable, con independencia de su sabor. Es cierto que podríamos desarrollar acciones que eliminen el mal sabor del agua. Sin embargo, el sabor no la hace menos potable o saludable. Este hecho es un lujo que no se pueden permitir en gran parte del planeta.
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Osmosis
Son muchos los que también han sucumbido al negocio de la osmosis. Debemos premiar siempre las necesidades sanitarias de cada persona, pero en términos generales no necesitamos desmineralizar al máximo el agua. La famosa prueba que todo perfecto vendedor de osmosis tiene y muestra a sus potenciales cliente se basa en dos áreas:
- Eliminación de la cal.
- Eliminación de los minerales.
La cal, en entornos como las islas donde sus habitantes deben desalinizar el agua del mar, puede generar algún problema, no tanto para la salud sino para la vida útil de nuestros electrodomésticos. Entenderíamos, por tanto, el uso de una descalcificadora para reducir esas partículas de cal que no necesitamos.
Sin embargo, impacta mucho cuando los vendedores emplean como argumento de venta la transformación del agua del grifo en agua marrón, casi negra, a través de su contacto con un electrodo que introducen en el vaso. Un agua que tiene en su composición sales minerales buenas para la salud, frente a un agua destilada y que, por tanto, carece de dichos minerales. Al carecer de ellos, cuando los vendedores realizan el mismo proceso que con el agua del grifo, el agua destilada queda transparente y, por tanto, nos la venden como más “limpia” y “más saludable”, cuando eso no es así.
Parece una contradicción que, por un lado, paguemos por agua mineral embotellada y que, por otro, también paguemos por una osmosis que elimina dichos minerales del agua del grifo. Son muchos los intereses económicos detrás del agua sobre todo teniendo en cuenta que es un bien escaso. El 75% de la tierra está cubierta de agua pero solo el 1% es apta para el consumo humano.
Conciencia y acción
Tenemos la suerte que por un coste mínimo la gran mayoría tenemos acceso a un agua del grifo que cumple con todas las garantías sanitarias y de salubridad. Además, en la mayoría de las ciudades existen fuentes públicas o parajes naturales donde podemos conseguir agua gratis. Sin embargo, seguimos pagando cantidades astronómicas por unos botellines contribuyendo a uno de los mayores ataques medioambientales que ha inventado el hombre, con el único argumento de los beneficios astronómicos que obtienen las empresas que dominan el mercado del agua. Estas empresas son Coca-Cola, PepsiCo, Grupo Danone y Nestlé.
Una industria que gana 7.000 millones de dólares al año puede invertir lo que sea necesario para no hacer peligrar su negocio, aludiendo en sus envases a mensajes como “agua pura” haciendo entender que la del grifo no lo es. Gandhi ya lo sabía cuando expreso “Hay agua suficiente para las necesidades humanas, pero no para la codicia humana”.
La legislación en muchos casos no ayuda. En Maine (EEUU) la ley aprobada en el siglo XIX viene a decir que quien tenga la bomba más grande puede llevarse más agua y, por tanto, dominar el mercado. Ahí está Nestlè como uno de los grandes imperios en torno al agua.
Las botellas de plástico no solo están causando un daño medioambiental terrible desde su producción hasta su desecho ya que se recicla entorno al 20% del total de los envases. El plástico de los bidones de agua también está asociado a un tóxico, el bisfenol A.
Este componente se encuentra en el plástico de policarbonato con el que se hacen los bidones de agua, cantimploras, biberones o dispensadores. El bisfenol es una molécula de la que están constituidos los plásticos duros y transparentes. Dicha molécula se disuelve en el agua siendo una de las sustancias químicas más tóxicas conocidas. Además hay otro agente cancerígeno, el Styrene, que también causa graves problemas en la reproducción. Este agente se encuentra en botellas de plástico que permanecen en el maletero de un coche durante una semana.
La comercialización del agua
Con independencia de que los controles sanitarios sean correctos y no suponga un peligro inminente para la salud, el agua embotellada es una catástrofe en sí misma. Las guerras cada vez serán más frecuentes a causa del agua. Libia es rica en petróleo y acuíferos, llevan en guerra mucho tiempo e incluso con un país devastado tras la misma… ¿Quién tiene la capacidad de luchar para que no les saqueen y exploten las reservas naturales cuando está preocupado por sobrevivir?
Si controlas el agua, lo controlas todo. La privatización de servicios fundamentales nunca ayuda a la accesibilidad de dichos servicios al conjunto de la población, sino más bien a la inversa. La privatización transforma un derecho fundamental en una opción capital. Es por ello que quien más recursos económicos tiene, mejor servicio o bienes adquiere.
Precisamente por el uso nefasto del agua potable que estamos llevando a cabo, la crisis hídrica es un hecho y empeorará si no hacemos algo al respecto. La comercialización del agua es un peligro mayor cada día que pasa.
El agua es un derecho fundamental y eso no puede constituir nunca una mercancía con la que especular. Consume agua del grifo. Hoy vemos lo extensible que se han hecho las botellas reutilizables de aluminio cuando hace menos de un año éramos muy pocos los que la llevábamos. El rellenarla del agua del grifo es el siguiente paso. No solo ahorrarás dinero, sino que reducirás drásticamente tus desechos plásticos sin comprometer además tu salud.
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