A lo largo de estos días son muchas las recomendaciones que han sido emitidas por los gobiernos de diferentes países, así como por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre ellas destacan la llamada “Sana Distancia” y el correcto lavado de manos.
En su portal web, dentro del menú “Medidas de protección básicas contra el nuevo coronavirus” el punto número 1 dice así:
Lávese las manos frecuentemente:
Lávese las manos con frecuencia con un desinfectante de manos a base de alcohol o con agua y jabón.
¿Por qué? Lavarse las manos con un desinfectante a base de alcohol o con agua y jabón mata el virus si éste está en sus manos.
Haciendo hincapié en esa medida, ¿qué pasa con las personas que no tienen acceso al agua? Porque a pesar de que el 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292 (consulta aquí la Resolución) la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos, los grupos vulnerables no saben de eso.
Los refugiados y la falta de recursos básicos
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que a finales de 2019 la violencia obligó a unas 720.000 personas a abandonar sus hogares, casi la mitad de ellas desplazadas dentro de sus países. “Así, en Honduras el número ascendía a unas 247.000 personas y en El Salvador se cifraba en unas 71.500, mientras que el resto huyeron a otros países”, señaló la organización.
En el informe añadieron que “pese a los confinamientos por la pandemia de coronavirus, en Honduras, El Salvador y Guatemala los desplazados internos y los dirigentes comunitarios informan de que los grupos delictivos utilizan los encierros para reforzar su control sobre las comunidades”.
Del mismo modo, las restricciones a la circulación dificultan la obtención de ayuda y protección a quienes la necesitan, y las personas que se ven obligadas a huir para salvar sus vidas se enfrentan a mayores obstáculos en su búsqueda de seguridad.
Naciones Unidas destacó a través de un comunicado en su portal web, que “actualmente, muchas de estas personas tienen un acceso limitado a servicios básicos como la atención sanitaria y el agua corriente y, frente a estas complicadas circunstancias, recurren cada vez más a estrategias negativas -incluido el trabajo sexual- donde arriesgan su salud o quedan expuestos a la violencia y la explotación de las bandas de delincuentes”.
Apoyo de ACNUR frente a la crisis
La red de líderes comunitarios en zonas de alto riesgo para identificar posibles desplazamientos comunicó a la Agencia que espera un rápido aumento de los movimientos forzados de población tan pronto como se levanten las medidas de bloqueo.
Del mismo “a fin de atenuar el impacto provocado por la pérdida de ingresos de las comunidades desplazadas o en situación de riesgo, ACNUR ha ampliado sus programas de asistencia en efectivo para ayudarles a satisfacer necesidades básicas como la adquisición de alimentos, medicamentos y vivienda. Al mismo tiempo, trabaja con organizaciones asociadas y autoridades locales en la distribución de cestas de alimentos y artículos de limpieza”.
Dentro del mismo comunicado, la Agencia de la ONU advirtió que el impacto de la pandemia en el norte de América Central amenaza con revertir los progresos en la creación de medios de vida y oportunidades de empleo para los desplazados internos; y en el aumento de la capacidad de las autoridades estatales para atender sus necesidades.
Si bien cierto que la pandemia está resultando complicada para muchos sectores de la población, no podemos olvidar a los más vulnerables, aquellas personas que no logran satisfacer sus necesidades básicas, aquellas personas que a veces ni siquiera cuentan con agua para afrontar a la COVID-19
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