Compartimos esta nota como colaboración con el Grupo de Acción Climática, un equipo interdisciplinario que busca impulsar la agenda hacia una mitigación y adaptación efectiva del cambio climático. Este proyecto es desarrollado por Mauro Accurso y si te gustó su contenido puedes suscribirte para recibirlo semanalmente en este enlace.
Si el mundo busca alcanzar el cero neto en emisiones de carbono para 2050, tendremos que reducir 30 mil millones de toneladas de CO2 de nuestra huella de carbono global, a más tardar, en 2030. ¿Se trata de una misión imposible? No precisamente, pero el sector privado está luchando por leer y reaccionar adecuadamente a la deficiente señal que envían los gobiernos sobre los precios de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y, como resultado, el progreso en su reducción sigue siendo lento.
Únicamente en el momento en que los gobiernos se den cuenta de que es su responsabilidad hacer cumplir un sistema económico que conceda un precio favorable al buen comportamiento climático, se detendrá el mal comportamiento en forma de contaminación, según un nuevo informe publicado por South Pole titulado ¿Cómo debería intensificar la acción climática el sector privado?
El precio promedio del carbono en el mundo (cuando es que existe), corresponde a menos de una décima parte del nivel donde debería ubicarse: cerca de 100 dólares por tonelada. Incluso en la Unión Europea es menos de la mitad. Esta débil señal de precios está debilitando el incentivo que permitiría a las empresas emisoras reducir su producción de GEI al ritmo necesario para evitar daños climáticos desastrosos.
Un bajo precio al carbono también conduce a una menor inversión en tecnologías y proyectos amigables con el clima, y como resultado, está privando de empleos verdes bien remunerados a las economías que luchan en un escenario postpandémico.
De hecho, las empresas solo aceptarán un mandato gubernamental para luchar contra la crisis climática una vez que los políticos aborden el problema y apoyen De hecho, las empresas solo aceptarán un mandato gubernamental para luchar contra la crisis climática una vez que los políticos aborden el problema y apoyen a los mercados que hacen pagar a los contaminadores. Esta es la única forma de obligar a las empresas a utilizar su dinero para reducir el carbono.
Con la llegada al poder del presidente Joe Biden, los gobiernos de todo el mundo tienen la oportunidad atípica de alinearse en torno a una estrategia climática. Deberían arriesgarse, opinó Renat Heuberger, CEO de South Pole: “Ya no es aceptable que el costo del cambio climático no sea asumido por los emisores reales”.
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En este contexto, South Pole hace un llamado al sector privado para intensificar la acción por el clima, aprovechando al máximo todas las soluciones disponibles en la actualidad. Esto significa evitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de sus operaciones y cadenas de suministro, así como compensar sus emisiones residuales, comenzando de inmediato.
“El momento de planificar y establecer ambiciones climáticas ya ha pasado. Ha llegado el momento de establecer objetivos e hitos de mitigación específicos e implementar las acciones correspondientes. Damos la bienvenida a todos los esfuerzos: tenemos que dejar de discutir acerca de si es mejor la reducción interna o la compensación de carbono. Si queremos tener alguna posibilidad de llegar al cero neto para 2050, no podremos asumir que será suficiente ‘una u otra’ medida, sino que se requiere de ‘ambas y un poco más'», agregó Heuberger.
Si bien las acciones gubernamentales se están retrasando, los consumidores y la sociedad civil están presionando cada vez más a las empresas para que estas asuman la responsabilidad del daño ambiental que causan a diario. Este costo para la sociedad, no solo debido a la ocurrencia de eventos climáticos más extremos, sino a la contaminación del aire y la aparición de enfermedades vinculadas, a los efectos negativos de la misma sobre los cultivos, la biodiversidad y, en última instancia, sobre los ingresos y los medios de vida en todo el mundo, es enorme y debe tenerse en cuenta.
En este momento, la mayoría de las acciones voluntarias por el clima son asumidas por empresas que cotizan en bolsa y están estableciendo objetivos de cero neto e impulsando políticas de responsabilidad corporativa. Sin embargo, estos esfuerzos aún no son suficientes para alcanzar el objetivo climático de 1,5°C establecido en el Acuerdo de París, y un grupo significativo de contaminadores (grandes proveedores de combustibles fósiles no listados) aún carecen de transparencia respecto a sus verdaderas emisiones.
“El mercado voluntario de carbono actual está impulsado, en gran medida, por la percepción de que la huella de carbono de una empresa es un pasivo, y debemos asegurarnos de que las empresas que están tomando medidas para abordar dicho pasivo cuenten con un camino claro para hacerlo”, declaró David Antonioli, CEO de Verra. “Además, ser proactivas en la lucha contra el cambio climático brinda a las empresas una oportunidad única para fortalecer su marca, incluso combatiendo la desigualdad y la injusticia climática a escala global”.
El sector privado debe desempeñar un papel clave en la aceleración de la descarbonización global y el mercado voluntario de carbono es una forma transparente, eficiente y rentable de lograrlo. La compensación de las emisiones de una empresa es fundamental, ya que fija un precio al carbono, atrae fondos para proyectos elegibles y meritorios, permite a las empresas hacer algo (en lugar de nada) para respaldar y catalizar un mayor grado de descarbonización y, al mismo tiempo, desarrolla soluciones que reducirán drásticamente las emisiones actuales.
En conclusión, el pleno apoyo del sector privado a la agenda climática de hoy podría cambiar las reglas del juego para, finalmente, lograr la transformación a una economía baja en carbono.
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