El flujo migratorio global, especialmente el desplazamiento forzado, ha generado condiciones críticas para los migrantes en tránsito. Factores como la pobreza, la lucha diaria por la subsistencia, las crisis climáticas y la amenaza de violencia han impulsado a alrededor de 378,000 personas en Centroamérica a dirigirse anualmente hacia Estados Unidos durante los últimos cinco años, según un informe del Programa Mundial de Alimentos (WFP).
Esta migración involucra el territorio mexicano como parte fundamental en la ruta hacia el destino final. Durante los periodos de movilidad activa, los migrantes se enfrentan a numerosas dificultades y riesgos para su salud e integridad, desde la falta de ingresos económicos y recursos materiales hasta la inseguridad alimentaria.
En la Ciudad de México, el enclave de La Merced ha sido un refugio para los migrantes ante la saturación de albergues. La Parroquia de Santa Cruz y La Soledad se han convertido en espacios de acogida para cientos de personas, mientras que la Plaza de la Soledad sirve como punto de campamento para muchos de ellos. El Padre Benito Torres Cervantes, responsable del templo, es reconocido entre los migrantes como un anfitrión en este lugar.
Independientemente de su ubicación o estatus migratorio, todas las personas merecen igualdad en derechos humanos, incluido el acceso a una alimentación adecuada, fundamental para garantizar un estándar de vida digno.
Estudios sobre la inseguridad alimentaria entre migrantes en tránsito hacia Estados Unidos, cruzando por México, revelan datos preocupantes. Por ejemplo, un estudio de Stoesslé et al. indica que el 54.7% de estos individuos experimentaron una disminución en su ingesta de alimentos. En otra población similar estudiada por Aragon Gama e Infante Xibille, el 74% consumía menos de dos comidas al día, con un 20% reportando dos o más días sin comer consecutivamente. Estos resultados evidencian un acceso sumamente limitado a alimentos entre los migrantes en tránsito por el país.
Impacto en la salud y el bienestar
Las condiciones extremas y la escasez afectan la salud emocional, aumentan el estrés, afectan la toma de decisiones, minan la confianza y propician conductas de riesgo. En distintos grupos, desde madres hasta adolescentes y adultos, la falta de acceso a suficientes alimentos se relaciona con impactos negativos en la salud física y mental.
Alimento Para Todos reconoce que abordar las causas de la inseguridad alimentaria en estas poblaciones requiere colaboración entre sectores; los bancos de alimentos, ahora agentes de cambio social, van más allá del alivio inmediato del hambre y buscan defender el derecho a la alimentación así como abordar las raíces profundas de la pobreza, que a su vez, es una de las principales causas de estos flujos migratorios.
Las graves implicaciones de la inseguridad alimentaria resaltan la urgente necesidad de actuar. A través de enfoques inclusivos, educación, promoción y colaboraciones, podemos contribuir a un futuro más equitativo y sostenible en donde todos tengan acceso a una alimentación digna. Cerrar las brechas existentes en torno a la seguridad alimentaria es vital para garantizar los derechos básicos de todas las personas que se encuentran en el país. En esta lucha, el papel de los bancos de alimentos así como las iniciativas de Responsabilidad Social son cada vez más importantes.