Compartimos esta nota como colaboración con el Grupo de Acción Climática, un equipo interdisciplinario que busca impulsar la agenda hacia una mitigación y adaptación efectiva del cambio climático. Este proyecto es desarrollado por Mauro Accurso y si te gustó su contenido puedes suscribirte para recibirlo semanalmente en este enlace.
«El mundo produce al año hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos (eWaste), un peso superior al de todos los aviones comerciales fabricados hasta la fecha. Sólo 20% de estos desechos se recicla formalmente».
Esa es la conclusión principal del nuevo reporte de la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE) y la Coalición de Residuos Electrónicos de las Naciones Unidas, presentado en Davos la semana pasada.
La basura electrónica es el tipo de desecho que más crece en el mundo y está provocando para su manufactura un consumo de energía y agua que también fomenta el cambio climático y demanda una cantidad de materiales enorme a través de la minería.
La huella ambiental de los smartphones es la que más crece (85% proviene de su fabricación) y superará la de pantallas, desktops y laptops para 2020 con una cadena de suministro muy débil. Muchos de los elementos de la tabla periódica que se utilizan para fabricar tu celular están bajo amenaza.
«Podemos mejorar la situación cambiando nuestros móviles menos seguido o reparándolos en lugar de reemplazarlos cuando fallan».
También hay una oportunidad de negocio importante si logramos movernos hacia una economía circular.
El reporte señala que los desechos electrónicos producidos anualmente tienen un valor de USD62500 millones (más que el PIB de la mayoría de los países) y hay 100 veces más oro en una tonelada de eWaste que en una tonelada de mineral de oro.
«Las soluciones incluyen el diseño de productos duraderos, sistemas de recompra y devolución de productos electrónicos usados, la ‘minería urbana’ para extraer metales y minerales de desechos electrónicos y la ‘desmaterialización’ de productos electrónicos mediante el reemplazo de la propiedad absoluta del dispositivo con modelos de alquiler y arrendamiento con el fin de maximizar las oportunidades de reutilización y reciclaje de productos», destacan en el informe de Naciones Unidas.