Si bien América Latina y el Caribe fue una de las regiones de mayor crecimiento en 2021 luego de ser una las más afectadas en 2020 como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la ralentización del repunte observada este año ha frenado la recuperación de los mercados laborales que, basados en la informalidad, habían avanzado a la par de la economía en 2021, apuntó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En una nota técnica del Panorama Laboral para la región en 2022, la OIT precisó que la tasa de desocupación se ubicó en 7.9%, regresando así al nivel previo a la pandemia, pero con perspectivas complicadas e inciertas que podrían implicar un aumento del desempleo, la informalidad y la pobreza.
El análisis explica que el bajo crecimiento, la elevada inflación y la crisis global agudizada por la guerra en Ucrania tienen un impacto no sólo en la tasa de empleo, sino en la calidad de los trabajos.
La OIT explicó que, independientemente de los promedios regionales, cada país tiene realidades diferentes, citando que diez de 14 naciones examinadas no alcanzaron su nivel de empleo en 2019 durante el primer trimestre del año y que sólo tres de ellas recuperaron la tasa de participación económica previa a la pandemia.
Informalidad
La publicación destaca que la recuperación del empleo se ha basado en los trabajos informales, a los que se atribuye entre el 50% y el 80% de ese repunte, lo que significa que al menos uno de cada dos trabajadores se desempeña en condiciones de informalidad, con todo lo que esto implica.
Los datos desagregados muestran que la informalidad en el caso de los jóvenes llega a una media del 63% en once países, un número superior al 48% de los adultos.
En la rueda de prensa de presentación del informe, la especialista regional de la OIT en economía laboral recordó que la informalidad es un problema estructural de la región y señaló que ese tipo de empleo es inestable, “en general con bajos ingresos y sin protección ni derechos laborales”.
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Trabajadores pobres
Roxana Maurizio, quien también es la autora principal del estudio, estimó además, que la actual situación económica y la inflación afectan el nivel de los ingresos reales, generando una pérdida de poder adquisitivo.
“Eso da origen al llamado ´fenómeno del trabajador pobre´, que quiere decir que al margen de tener un empleo, incluso si éste es formal, el trabajador puede vivir en situación de pobreza”, detalló, agregando que si bien no se trata de algo nuevo en la región, la incidencia del fenómeno puede incrementarse de forma sustantiva.
Maurizio refirió que esta situación demanda la implementación y fortalecimiento de políticas que fomenten la creación de puestos de trabajo formales; refuercen las instituciones laborales como el salario mínimo y la negociación colectiva; apoyen a las empresas, sobre todo a las pequeñas; y garanticen el acceso universal a la protección social y sostenimiento de ingresos a los trabajadores vulnerables.
“El contexto inflacionario demanda el reforzamiento de las instituciones laborales, especialmente el salario mínimo y la negociación colectiva. El diálogo social adquiere un rol clave para permitir transitar este sendero atendiendo las necesidades y posibilidades de trabajadores y empleadores. Ello resulta aún más relevante en un contexto cambiante en la organización del trabajo y donde se requiere avanzar en el cierre de brechas laborales persistentes que permitan potenciar los efectos positivos de la transición digital y la transición justa”, apuntó la OIT.
Las mujeres
El impacto de la crisis ha sido más grave en las mujeres dada la mayor presencia femenina en sectores económicos muy afectados, como la hotelería, los servicios y los hogares. Además, la informalidad es mayor ente las mujeres, lo que las privó de ser beneficiarias de las políticas de sostenimiento del empleo o el ingreso que implementaron diversos gobiernos de la región para aliviar el efecto de las medidas de emergencia adoptadas durante la pandemia.
Por otra parte, las mujeres afrontaron dificultades mayúsculas para conciliar el empleo remunerado con el trabajo de la casa en un contexto de suspensión de las clases presenciales y de aumento de las tareas de cuidado a causa de los confinamientos.
El escenario no cambió la mayor afectación de las mujeres pese a que luego del peor momento de la crisis la recuperación fue más intensa en el empleo femenino que en el masculino en los 14 países de estudio: para el cuarto trimestre de 2021, la tasa de ocupación femenina era 2% inferior a la observada antes del inicio de la pandemia, el doble de la registrada entre los hombres.
Con información de la OIT.
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