Compartimos esta nota como colaboración con el Grupo de Acción Climática, un equipo interdisciplinario que busca impulsar la agenda hacia una mitigación y adaptación efectiva del cambio climático. Este proyecto es desarrollado por Mauro Accurso y si te gustó su contenido puedes suscribirte para recibirlo semanalmente en este enlace.
Cada vez son más las empresas que se comprometen a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas para enfrentar la crisis climática y alinearse a las metas globales del Acuerdo de París. Apoyar a toda la economía a desengancharse de los combustibles fósiles a tiempo para no sufrir los efectos catastróficos del cambio climático, ¿no será una misión imposible para el sector privado?
Para empezar, hay que abandonar una mentalidad que confronta a la economía con el medio ambiente y el bienestar social. Combatir la crisis climática ya no se trata sólo de hacer bien al planeta, sino que puede ser la oportunidad de negocio más importante del siglo. “Cuando pienso en cambio climático, pienso en trabajos”, afirmó Joe Biden a pocas semanas de ser electo Presidente de Estados Unidos y esa es la visión que debe guiar la acción corporativa de sostenibilidad.
Pero existe el riesgo de que los CEOs y Presidentes que anunciaron estos compromisos climáticos lo hayan hecho simplemente pensando en la reputación de sus compañías y no estén empujando los cambios internos para reestructurar sus modelos de negocio y descarbonizar por completo sus operaciones y cadenas de suministro. No podemos aceptar metas corporativas de reducción de CO2 que sólo miren a 2050, sino que necesitamos también objetivos intermedios que sirvan de guía para la transición e incentiven a los equipos internos a innovar mientras se reducen las emisiones.
La pandemia actual nos enseñó que las empresas deben estar preparadas para las crisis futuras. Invertir en entender los riesgos climáticos y las oportunidades que esta transición económica y social va a generar es un primer paso obligado. Las compañías que más rápido puedan adaptar y alinear sus estrategias a la nueva economía baja en carbono se beneficiarán en muchos sentidos: desde tener mejor acceso al capital y conseguir mayor resistencia a golpes externos o vulnerabilidades sistémicas, hasta una mayor reputación y valor de marca, y entrada a nuevos mercados.
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Para esta adaptación, el sector privado debe expandir su capacidad de innovación y repensar modelos de negocio más sostenibles y de colaboración entre competidores que puedan potenciarse en el camino a la descarbonización.
Una buena manera de empezar esta transición es medir la propia huella de carbono, analizar los riesgos y oportunidades, y establecer metas ambiciosas. El camino a cero emisiones netas debe convertirse en una misión de toda la organización y no apenas de algunos departamentos aislados. La descarbonización es una oportunidad de unificar los esfuerzos y mejorar el clima organizacional a partir de un propósito tan relevante.
Además de transformar a largo plazo los modelos de negocio se necesita reducir emisiones en las propias operaciones (oficinas, flotas, instalaciones), invertir en energías renovables (para que todo el consumo energético de la empresa sea limpio) y empezar a motivar y apoyar a toda la cadena de suministro para adaptar un camino de mitigación acelerado.
Ahora bien, está claro que -ni mañana, ni pasado- las compañías no serán capaces de operar sin emitir emisiones de CO2. Mientras tanto, pueden neutralizar las emisiones que no se puedan reducir en el corto plazo a través de la financiación de proyectos que eviten o capturen carbono a través de los denominados créditos de carbono. Alinear la estrategia de reducción de emisiones con la de compensación es fundamental de cara al futuro.
Por ejemplo, una empresa que venda café o chocolate puede invertir en proyectos de carbono en los ecosistemas que brindan ese producto. De esa forma, no sólo se mitiga el cambio climático sino que se apoya a las comunidades que más están sufriendo sus efectos y se fortalece la cadena de suministro.
Esta compensación de emisiones para alcanzar la neutralidad climática es muchas veces tildada de ‘greenwashing’ pero es un factor fundamental para expandir la financiación a soluciones ambientales en el camino hacia cero emisiones netas. ¿Porqué? Mientras los gobiernos no se animan a poner un impuesto al carbono efectivo, la compensación de las emisiones funciona como una especie de precio interno al carbono y una motivación extra para reducir las emisiones ya que eso significa menos inversión a futuro si se logran las metas climáticas. En general, las empresas ambiciosas en sus planes de reducción son también las que se toman más enserio sus estrategias de compensación.
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La comunicación de todo el proceso de descarbonización corporativo es clave para que la empresa aproveche al máximo las oportunidades que surgen en cuanto a inversión sostenible. La transparencia en brindar información ASG (ambiental, social y de gobernanza corporativa) a través de distintos estándares de reporte permitirá que los inversores comparen las distintas empresas y el mercado premie a las más sostenibles. Además de reducir el riesgo a largo plazo en sus carteras descartando a las empresas que peor se puedan adaptar a un mundo sobrecalentado, el sector financiero ya comprobó que un buen rendimiento ASG se refleja directamente en un buen rendimiento económico.
A nivel europeo, al menos un 37% de los recursos del plan de recuperación serán destinados a la descarbonización y transición ecológica, y se debe cumplir con el principio de no dañar el medio ambiente. El Pacto Verde Europeo va a favorecer aún más esta tendencia de mercado ya que establece una “nueva estrategia de crecimiento que transforme la Unión Europea en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva”.
Mientras esperamos que España promulgue pronto su ley de cambio climático, las empresas no pueden dejar pasar esta oportunidad de ser un catalizador para resolver la crisis climática y, al mismo tiempo, aprovechar al máximo las nuevas oportunidades de negocio sostenibles que potenciarán la economía española y europea.
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