Las intervenciones humanitarias en las zonas áridas del mundo asoladas por conflictos deben, en el contexto de la crisis climática, abordar también los impactos medioambientales de los conflictos, como los acentuados por el desplazamiento forzoso de personas, según una nueva nota de orientación publicada en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria 2022.
Producido conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Grupo Consultivo para la investigación agrícola Internacional (CGIAR) y CARE, el documento Doing no harm while doing good: Climate and conflict sensitivity in dryland humanitarian projects (“No hacer daño mientras se hace el bien: prestar atención al clima y a los conflictos en los proyectos humanitarios en zonas áridas”) sigue los pasos del Global Report on Food Crises 2022, que reveló que el 70 % de las personas con niveles de crisis de inseguridad alimentaria aguda o peor se encontraban en diez países y territorios ubicados en regiones áridas.
“Con motivo del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria 2022, la atención se centra en tomar medidas para apoyar a las personas necesitadas, en todos los estamentos de la sociedad”, señaló la Sra. Tiina Vähänen, directora adjunta de la División Forestal de la FAO. “Trabajando junto a las comunidades locales, las intervenciones humanitarias deben ser más completas, de forma que podamos contribuir a mejorar la seguridad alimentaria de las personas necesitadas, al tiempo que no se dañan los entornos de las zonas áridas y sus recursos arbóreos”.
A nivel mundial, las zonas áridas son importantes tanto para la seguridad alimentaria como para mitigar el cambio climático, ya que suministran cerca del 60 % de la producción alimentaria mundial y el 50 % del ganado, al tiempo que contienen el 27 % de la superficie forestal del planeta y almacenan el 30 % del carbono orgánico del suelo.
Conclusiones principales
La nota de orientación ofrece un análisis en profundidad de tres proyectos basados en zonas ecológicamente frágiles que acogen asentamientos de personas en situación de desplazamiento prolongado en Bangladesh, Etiopía, Kenya, Níger y Uganda. Muestra la fragilidad de los ecosistemas en contextos humanitarios y explica cómo la competencia por los recursos naturales en zonas agrosilvopastorales suele provocar conflictos entre las comunidades de acogida y los desplazados.
Sostiene que las intervenciones humanitarias deben tener en cuenta el impacto medioambiental de las poblaciones desplazadas, y que la protección de los recursos naturales de las zonas áridas debe considerarse una parte vital de la implementación de los programas. El informe pretende ofrecer a los responsables de la toma de decisiones consideraciones potenciales para que las actividades humanitarias en entornos de las tierras áridas ecológicamente frágiles se enfoquen en el nexo entre la asistencia humanitaria, el desarrollo y la paz.
La nota de orientación propone integrar las preocupaciones medioambientales en las intervenciones, incluso en los proyectos diseñados para dirigirse solo a un ámbito de desarrollo. Por ejemplo, las intervenciones dirigidas a la seguridad alimentaria deberían incluir el acceso a energía sostenible para cocinar, a fin de reducir la necesidad de que las poblaciones desplazadas utilicen o recopilen carbón vegetal o leña, lo que provoca el agotamiento de los recursos forestales, conflictos medioambientales y violencia sexual y de género contra mujeres y niñas.
Para ello, es necesario realizar una evaluación medioambiental de referencia de la leña, la tierra, el agua y otros recursos locales, que sirva de base para el diseño del proyecto y que debe ser supervisada en todo momento.
Nexo entre los ámbitos humanitario, de desarrollo y de la paz
Los tres proyectos examinados por la nota de orientación se encuentran entre los 18 evaluados en un documento de debate anterior sobre el ámbito forestal, titulado Deploying a humanitarian-development-peace nexus approach: Exploring, strengthening and reviving dryland ecosystems (“Adoptar un enfoque de nexo entre la ayuda humanitaria, el desarrollo y la paz: descubrir, reforzar y revitalizar los ecosistemas de las zonas áridas”) que examinó proyectos en zonas áridas para destacar la importancia de que se tomen en cuenta los conflictos, el seguimiento del cambio climático y la resiliencia, la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional y la atención a las personas vulnerables.
El contexto es uno en el que, a escala mundial, ha aumentado el número de refugiados y desplazados en situaciones de desplazamiento prolongado en entornos frágiles, a menudo debido a conflictos violentos, agravados por las consecuencias del cambio climático.
“La asistencia humanitaria es sin duda esencial para proteger las vidas y promover los medios de subsistencia, pero debido a la naturaleza única de estas zonas frágiles, las inquietudes medioambientales y de consolidación de la paz deben incorporarse a todas las intervenciones”, afirmó la Sra. Vähänen.
Con información de la FAO.
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