Por: GenÉthico
Para hablar de la sostenibilidad presente en las universidades debemos establecer un contexto. En 1987, el informe para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU elaborado por la Comisión Mundial, encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland, acuñó el término sostenibilidad por primera vez. En dicho informe se analizaba, especialmente, la situación de los países empobrecidos. El estudio concluyó de forma contundente que la destrucción del medio natural, del medio ambiente, los hacía más pobres y vulnerables.
Esta visión supuso un hito ya que fue a partir de entonces cuando la protección del medio ambiente se convirtió en un reto a nivel mundial. En el año 1992, Naciones Unidas convocó la famosa Cumbre de Río donde se aprobó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En ella se afirmó y se afirma, la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero (GEI). Todo ello quedó patente en el Protocolo de Kioto.
Años más tarde, concretamente en el año 2000, se hizo la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas. En ella, los líderes mundiales de 179 países, se comprometían a luchar contra la pobreza, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación de la mujer, teniendo de plazo hasta 2015.
Fue la primera vez en la historia en la que se crearon una serie de objetivos específicos, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Uno de esos objetivos era el de garantizar la sostenibilidad medioambiental para lo cual las universidades jugaban un papel importante.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el marco de la Agenda 2030 marcan ahora el día a día. Es evidente que no se lograron alcanzar los objetivos del milenio y cada día que pasa es más necesario tomar decisiones coherentes y lo suficientemente ambiciosas como para que permitan alcanzar dichos objetivos.
Universidades
En España, concretamente, la Conferencia de Rectores (Crue) ha creado la “CRUE-Sostenibilidad” con un propósito: diseñar una herramienta cuyos indicadores permitan conocer el grado de sostenibilidad ambiental de las universidades.
En los últimos años, los mayores esfuerzos de las universidades españolas se han centrado en los siguientes objetivos:
- El primero es el ODS 4: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
- En cuanto a recursos, se han focalizado en el ODS 6: calidad del agua y el ODS 7: eficiencia energética.
- Otro elemento clave se incluye en el ODS 9: innovación.
- Por último, el ODS 11: ciudades y comunidades sostenibles.
Es cierto que se han activado muchos programas de voluntariados y participación sobre problemas medioambientales, prevención de riesgos laborales, etc. Sin embargo, atajar el problema de la desigualdad educacional va más allá de trabajar solo con los alumnos que ya están en el centro educativo. ¿Acaso el papel de una universidad se limita a los alumnos que están actualmente en el centro? ¿Acaso sólo miran de puertas para afuera cuando intentan captar alumnos para el nuevo curso académico?¿Cómo puede una universidad contribuir a la erradicación de la pobreza?
Rol de la educación en la erradicación de la desigualdad
Sabemos que la pobreza se hereda. Es una afirmación demoledora, pero en España existen muchos datos sobre ello.
Sabemos cuán de importante es la educación para dotar de oportunidades que permitan a las personas salir de una situación de pobreza. Entonces, ¿por qué el mayor criterio de selección es la capacidad de pagar la matrícula de una universidad y no la capacidad de esfuerzo o talento de una persona?
El conocimiento no basta, porque en una era de constante transformación, el conocimiento también es efímero. Necesitaremos personas resilientes, capaces de aprender constantemente, de levantarse con cada caída, de afrontar retos, con empatía y grandes dosis de HUMANIDAD. ¿Tendremos que establecer criterios no financieros para acceder a formaciones superiores?
Lo más curioso es que estamos escribiendo sobre ello en un estado que se jacta de la educación pública. Si realmente la educación fuera pública, ningún alumno necesitaría una beca para costear su etapa educativa.
Es cierto que hay programas universitarios muy potentes en materia ambiental: talleres de Ecollage, ecología integral, desarrollo sostenible, etc, pero quizás nos estamos olvidando de otro pilar fundamental, incluir a TODAS las personas en ese proceso.
Si las personas formadas y, por tanto, con oportunidades siempre suponen el mismo porcentaje de la población, no habremos conseguido nada.
Hoy más que nunca deberíamos saber que el desarrollo sostenible o es de todos o no es de ninguno.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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