El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados denunció el discurso xenófobo de muchos políticos, también utilizado en las redes sociales y las conversaciones cotidianas, llamando a combatirlo con firmeza y recordando que ninguna sociedad podrá ser de verdad próspera si no es inclusiva.
Además, abordó la necesidad de apoyar a los países de acogida citando, entre otros, a los que reciben refugiados y migrantes venezolanos.
“He trabajado con refugiados durante más de tres décadas. He visto mucha solidaridad e incluso heroísmo en la respuesta que se les da en el terreno. Y esa solidaridad sigue siendo muy firme cuando hablo sobre el tema en muchos países. Sin embargo, también es cierto que jamás en esas tres décadas y media había visto una toxicidad ni un veneno tan grandes en el lenguaje de los políticos, en los medios, en las redes sociales, e incluso en las conversaciones cotidianas sobre este asunto”, dijo Filipo Grandi.
El Alto Comisionado participó esta semana en una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la actual crisis de refugiados en el mundo.
En esa tribuna, afirmó que los migrantes, refugiados y extranjeros sufren una estigmatización sin precedentes y advirtió que esa animadversión es muy preocupante.
“Lo que vimos en Christchurch, Nueva Zelanda, es resultado también de ese lenguaje tóxico de los políticos. Pero aprendamos de la reacción ejemplar del pueblo y los líderes neozelandeses, que respondieron de manera firme y organizada, reinstauraron los valores de la solidaridad que debemos dar a los refugiados y reafirmaron que nuestras sociedades no serán de verdad prósperas, estables y pacíficas si no incluyen a todos”, enfatizó.
De acuerdo con Grandi la crisis de refugiados es grave y desafiante, aunque no imposible de gestionar si se tiene voluntad política y se ofrecen mejores respuestas para afrontarla.
Consideró que los esfuerzos deben concentrarse en tres áreas: la resolución de las crisis de paz y seguridad, el apoyo a los países que acogen refugiados y la remoción de obstáculos que impiden soluciones a los conflictos.
En este renglón, sostuvo que el Consejo de Seguridad tiene un papel fundamental, recordando que la mayor parte de los cerca de 70 millones de desplazados han debido huir de sus hogares debido a conflictos armados o violencia.
Del mismo modo, el Alto Comisionado citó el caso de Libia como ejemplo de las dificultades que enfrentan tanto los refugiados de otros países que ahora viven un nuevo conflicto, como los desplazados que se mueven para ponerse a salvo en su propio país. Habló también de los grandes obstáculos que encuentran los trabajadores humanitarios que intentan brindarles ayuda y protección en ese escenario de inseguridad.
Agregó que el personal de ACNUR navega por aguas muy difíciles. “La combinación de múltiples conflictos y los desplazamientos masivos resultantes, los nuevos retos de asilo, el déficit entre las necesidades y los recursos, y la creciente xenofobia son muy peligrosos.”
Apoyo a los países de acogida
Con respecto a los países anfitriones, subrayó que el 85% de los refugiados se encuentran en países pobres o de renta media que precisan del respaldo de la comunidad internacional.
En el caso de Venezuela, apuntó que la atención internacional está enfocada en la necesidad de una solución política, olvidando la dimensión externa de la crisis, es decir, los 3,4 millones de refugiados y migrantes en Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y once países latinoamericanos más.
“Debemos aumentar el apoyo a los países de acogida”, apuntó Grandi, advirtiendo que de lo contrario se dejaría expuestos a los gobiernos como el de Colombia, Líbano o Bangladesh, por mencionar sólo algunos.
Agregó que ese apoyo no sólo sirve para aliviar la situación humanitaria, sino que es básico para la estabilidad de regiones enteras.
El Alto Comisionado reconoció que solucionar los conflictos es complicado, pero aseveró que siempre se pueden remover los obstáculos, sobre todo cuando los refugiados quieren regresar a sus países.
Para que ejerzan su derecho a volver, añadió, se les debe dar apoyo básico, información y condiciones dignas, lo que requiere de la cooperación de sus gobiernos, el trabajo arduo de los trabajadores humanitarios y el respaldo financiero internacional.
Con información de Naciones Unidas