Por: Caleb Palma
Alimento Para Todos
A lo largo de una buena parte del año pasado hemos visto a miles de ciudadanos reconocer la urgencia de adoptar el mutualismo sobre el individualismo. El día de hoy, esperamos que las personas puedan utilizar la ayuda mutua para reimaginar lo que nuestra ciudad y nuestro país podría llegar a ser: ¿Qué pasaría si la forma en que gestionásemos nuestra sociedad y la financiamos reflejara nuestros principios de colaboración?, ¿qué pasaría si las relaciones construidas a través de los esfuerzos de desarrollo comunitario llevaran a campañas para organizar a la ciudadanía por el derecho a la vivienda, por el acceso a una alimentación digna o para demandar la aplicación eficiente de los fondos públicos?
Alimento Para Todos ha diseñado un modelo de intervención basado en los mismos principios que enmarcan muchos otros esfuerzos de ayuda mutua, igualmente presentes en las agencias de primera línea que ofrecen apoyo alimentario y asistencia a grupos vulnerables en nuestras ciudades. Si bien la actividad fundamental del modelo operativo es el rescate y la redistribución de alimentos, los mecanismos a través de los cuales se puede llevar a cabo se definen teniendo en mente a los beneficiarios y priorizando siempre el alcance y la calidad de la asistencia que sea posible ofrecer a la mayor cantidad de personas.
Durante el año 2020, una gran parte de este esfuerzo se tuvo que realizar tras puertas cerradas y maximizando el alcance de cada donativo y producto recibido. A pesar de un brusco cambio en la demanda y un flujo inusual de donativos debido al estrés y la incertidumbre que experimentaron las cadenas productivas, Alimento Para Todos distribuyó 1,981,000 paquetes alimenticios y de higiene, llegando a 135,283 personas en pobreza.
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Mientras este año continúe desenvolviéndose y comencemos a reanudar las actividades en persona, veremos a voluntarios pasar fines de semana elaborando paquetes alimenticios, cocinando en organizaciones de primera línea, compartiendo las entregas de alimentos y organizando a sus vecinos. En estos proyectos vemos destellos de una sociedad en la que satisfacemos las necesidades de los demás, no con vergüenza, sino con la sensación de que contribuir es algo esencial que hacemos los unos por los otros. Estas son las prácticas que nos mantienen seguros.
A medida que trabajamos para replicar los logros de los meses pasados, también nos aseguramos de que la infraestructura financiera que sustenta estas intervenciones sirva realmente al público. Para clasificar y preparar paquetes alimenticios, cargarlos en camiones del banco de alimentos e incluso poner gasolina en ellos, se necesita una gran cantidad de coordinación y recursos. Alimento Para Todos se dedica a garantizar que la mayor cantidad posible de personas con inseguridad alimentaria tengan acceso a una alimentación digna; sin embargo, este esfuerzo requiere más que nunca de la solidaridad colectiva.
El dolor y la disrupción del presente son síntomas de una creciente desigualdad y un declive participativo. Estamos convencidos de que para superarlos debemos sentar las bases para la prosperidad compartida hoy.
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