El fenómeno, que ocurre cada año en el hemisferio sur, este año alcanzó grandes proporciones debido a temperaturas muy bajas. Mientras tanto, en el hemisferio norte, lluvias y deslizamientos sin precedentes, posiblemente intensificadas por el cambio climático, arrasaron con vidas e infraestructura en Francia e Italia.
El agujero de ozono que se abre anualmente sobre la Antártida ha alcanzado su pico en 2020 y es uno de los más grandes y profundos de los últimos años, anunció la Organización Meteorológica Mundial (OMM) este martes.
Este año, el fenómeno creció rápidamente desde mediados de agosto y alcanzó un máximo de alrededor de 24 millones de kilómetros cuadrados a principios de octubre. Ahora cubre 23 millones de km2, un tamaño por encima del promedio de la última década, y se extiende a la mayor parte del continente antártico.
La portavoz de la OMM en Ginebra, Claire Nullis, explicó que el gran agujero de ozono en 2020 ha sido impulsado por un vórtice polar fuerte, estable y frío, que mantuvo la temperatura de la capa de ozono sobre la Antártida constantemente fría.
“El aire ha estado por debajo de -78 grados centígrados y esta es la temperatura que se necesita para formar nubes estratosféricas. Es un proceso bastante complejo, pero básicamente, el hielo en estas nubes desencadena una reacción que luego puede destruir la capa de ozono. Entonces, es por eso por lo que estamos viendo un gran agujero”, dijo Nullis.
Las nubes estratosféricas polares contienen cristales de hielo que pueden convertir compuestos no reactivos en reactivos, y que destruyen rápidamente el ozono a través de reacciones químicas con la luz del sol. Esta interrelación de las nubes polares y la radiación solar es la razón principal por la que el agujero de ozono solo se ve a fines del invierno o principios de la primavera.
Los científicos del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copernicus de la Unión Europea han observado que las concentraciones de ozono estratosférico se han reducido a valores cercanos a cero en la Antártida en altitudes de 20 a 25 km de altitud, con la profundidad de la capa de ozono llegando justo por debajo de las 100 unidades Dobson, aproximadamente un tercio de su valor típico fuera de eventos del agujero de ozono.
Durante la temporada de primavera del hemisferio sur (agosto-octubre), el agujero de ozono sobre la Antártida aumenta de tamaño, alcanzando un máximo entre mediados de septiembre y mediados de octubre. Cuando las temperaturas en la atmósfera (estratosfera) comienzan a subir a fines de la primavera del hemisferio sur, el agotamiento del ozono se ralentiza, el vórtice polar se debilita y finalmente se descompone, y para fines de diciembre los niveles de ozono han vuelto a la normalidad.
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La recuperación de la capa de ozono
La OMM trabaja en estrecha colaboración con el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus, la NASA, Environment and Climate Change Canada y otros socios para monitorear la capa de ozono de la Tierra, que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta del sol.
“Existe una gran variabilidad en la medida en que se desarrollan los eventos del agujero de ozono cada año. El agujero de ozono de 2020 se parece al de 2018, que también fue un agujero bastante grande, y definitivamente está entre los más grandes de los últimos quince años más o menos”, explicó en un comunicado Vincent-Henri Peuch, director del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus.
Agregó que con la luz del sol regresando al Polo Sur en las últimas semanas, se vio un agotamiento continuo del ozono en el área.
“Después del agujero de ozono inusualmente pequeño y de corta duración en 2019, que fue impulsado por condiciones meteorológicas especiales, estamos registrando uno bastante grande nuevamente este año, lo que confirma que debemos continuar aplicando el Protocolo de Montreal, que prohíbe las emisiones de sustancias químicas que agotan la capa de ozono», apuntó.
El Protocolo de Montreal prohíbe las emisiones de sustancias químicas que agotan la capa de ozono. Desde la prohibición de los halocarbonos, la capa de ozono se ha ido recuperando lentamente y los datos muestran claramente una tendencia a la disminución del área del agujero anual.
“El Protocolo es uno de los tratados ambientales exitosos más efectivos de todos los tiempos. Sin embargo, no podemos ser complacientes”, advirtió Clare Nullis de la OMM.
La última Evaluación científica del agotamiento del ozono de la OMM y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicada en 2018, concluyó que la capa de ozono está en vías de recuperación y es posible que retorne a los niveles sobre la Antártida de 1980 para el 2060.
Con información de las Naciones Unidas.
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