Por: Caleb Palma
Alimento Para Todos
La incapacidad de los sistemas alimentarios para proporcionar a los hogares un acceso adecuado a comida nutritiva que contribuya al mantenimiento generalizado de dietas saludables ha amplificado el llamado a una transformación de estos sistemas para garantizar su capacidad de proveer de una alimentos saludables, disponibles y asequibles para todos.
La necesidad urgente de esta transformación se ha convertido en un elemento central de un debate mundial destinado a abordar algunos de los mayores desafíos para el desarrollo sostenible, específicamente el desafío de poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas para 2030.
Esta transformación de los sistemas alimentarios exige cambios sistémicos respaldados por un entorno propicio de instituciones, políticas, leyes, reglamentos e inversiones con objetivos coherentes y complementarios en todos los sectores. Además, se necesitan transiciones graduales a pequeña escala y cambios estructurales en las instituciones, la legislación y las normas a mayor escala, de manera coordinada e integrada, para lograr la transformación deseada.
Es importante destacar que la acción coordinada de todos los actores clave en los sectores público y privado, la academia, la sociedad civil y las instituciones internacionales es esencial. Los desafíos asociados con el logro de tales cambios son inmensos y requieren una movilización significativa de recursos, la coordinación de esfuerzos y la inclusión de los objetivos de la lucha contra el hambre en la agenda pública así como entre los participantes de las cadenas productivas y comerciales de alimentos.
Con menos de una década antes de 2030, no estamos en camino de acabar con el hambre y la malnutrición en el mundo; de hecho, estamos avanzando en la dirección equivocada. El panorama es desolador. Después de permanecer prácticamente sin cambios durante cinco años, la prevalencia de la desnutrición aumentó del 8.4% en 2019 a alrededor del 9.9% en 2020.
Más allá del hambre, las perspectivas también son desalentadoras. El aumento estimado en 2020 de la prevalencia mundial de inseguridad alimentaria moderada o grave fue igual al de los cinco años anteriores combinados. Es decir, casi una de cada tres personas en el mundo no tuvo acceso a una alimentación adecuada en 2020, un aumento de casi 320 millones de personas en solo un año.
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Si bien la pandemia de COVID-19 y sus impactos han sido un inmenso desafío para el mundo, también pueden ser una llamada de advertencia acerca de los posibles eventos no deseados que se avecinan si no nos comprometemos con acciones más decididas para cambiar de rumbo.
Las principales causas que amenazan la seguridad alimentaria y la nutrición también están interconectadas y tienen impactos circulares en otros sistemas, incluidos los sistemas ambientales y de salud. Esto crea asociaciones circulares interconectadas, lo que contribuye a aumentar la inseguridad alimentaria y la desnutrición y conduce a la vulnerabilidad actual y futura. Cada uno de estos factores tiene su propia trayectoria o ciclicidad que asegura que continuarán ocurriendo e incluso podrían empeorar en los próximos años; por lo tanto, creemos que es necesaria una respuesta amplia y audaz para desarrollar la resiliencia a sus efectos negativos sobre la seguridad alimentaria y la nutrición.
Los complejos desafíos para la seguridad alimentaria y la nutrición exigen una mayor sinergia y coherencia en la formulación e implementación de políticas en todos los sectores, respaldada por inversiones más estratégicas tanto del sector público como del privado.
La persistencia de las desigualdades socioeconómicas y la pobreza es un problema importante que ningún proceso de transformación de los sistemas alimentarios puede permitirse ignorar. Alimento para Todos opera con consciencia de que esta situación amplifica la necesidad de brindar a las poblaciones vulnerables e históricamente marginadas un mayor acceso a los recursos productivos y la tecnología con el fin de empoderarlas para que se conviertan en agentes de cambio hacia sistemas alimentarios más equitativos y sostenibles.
Por lo tanto, no es suficiente abordar los factores que elevan el costo de los alimentos nutritivos; Las desigualdades y los bajos ingresos a los que se enfrentan muchas personas vulnerables también deben convertirse en cosa del pasado. Alimento para Todos también reconoce el compromiso y la convicción de quienes hacen posibles las intervenciones para aliviar y prevenir el hambre en nuestro entorno. Es a través de la participación de organizaciones, instituciones, productores, donantes y voluntarios que podemos incidir en la mejora de la calidad de vida de nuestros vecinos y ciudadanos vulnerables.
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