Por: Karol Alejandra Arámbula Carrillo,
directora ejecutiva y fundadora de MY World México
Es difícil concebir que media década ha pasado ya desde ese día. Sin duda, nunca voy a olvidar el ambiente que se sentía esa mañana neoyorquina del viernes 25 de septiembre de 2015. Cientos de personas de todas las nacionalidades se formaban a las afueras de los edificios de las agencias, fondos y programas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para recoger sus pases, y ser parte de uno de los momentos más importantes de su historia: el 70º Aniversario de la organización y la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible.
Tras grandes procesos de consulta en todos los niveles, incansables negociaciones intergubernamentales entre sus 193 Estados Miembros, así como un llamado global a la acción para superar la pobreza, la desigualdad y el cambio climático, finalmente se adoptaría la ambiciosa Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Tuve la dicha de estar en el seno de la Asamblea General donde ocurriría ese momento en ese día, siendo una de las pocas mujeres jóvenes del continente seleccionadas, junto a Malala como nuestra vocera, para pedir a los gobiernos del mundo que materializaran esta promesa, la más grande hecha por la humanidad en tiempos recientes. Aquella que transformaría nuestras vidas.
Una promesa compuesta de una innovadora (aunque no perfecta) hoja de ruta que nos llevaría a alcanzar la dignidad de las personas y de nuestro planeta. Una promesa que nos permitiría replantearnos un nuevo plan para que por primera vez en nuestra historia, todos los esfuerzos a favor del desarrollo estuvieran homologados y apostaran por atender de manera acelerada, integrada, inclusiva y diversificada nuestros grandes retos en los próximos 15 años.
«Nuestro mundo enfrenta más retos ahora que los que dimensionamos en 2015»
Quienes participamos en la definición de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los ODS, sabemos lo mucho que costó construirla. Lo difícil que fue poner de acuerdo al mundo sobre nuestras prioridades, pero también lo rico que fue coincidir. Años de trabajo, de sistematización, de conciliación, consenso y debates. En mi caso, tuve la oportunidad de liderar un esfuerzo de consulta que llegó a casi medio millón de personas en México, principalmente en mi natal estado de Jalisco a través de la Encuesta Global de las Naciones Unidas para un Mundo Mejor (MY World 2015).
Nunca me imaginé que lo que inició en mi cabeza como una movilización coyuntural para que los y las jóvenes mexicanas participaran en el Proceso Post-2015 para el Desarrollo Sostenible se convertiría en una de las plataformas globales de voluntariado a favor de los ODS más importantes de la región: MY World México.
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Nunca creí que el entusiasmo mostrado por los y las jóvenes entonces, seguiría igual o más vivo media década después. Sin duda creía entonces y lo creo ahora, que el mucho del porqué la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sigue en el radar es por el rol y conciencia que tienen los y las jóvenes de todo el mundo. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible le debe mucho a la juventud, no sólo en su definición, sino en su implementación y seguimiento.
Y cómo no tener ese rol si los últimos cinco años, a pesar de la adopción de los ODS y de muchos mecanismos para su aterrizaje a los planos nacionales, nuestro mundo enfrenta más retos ahora que los que dimensionamos en 2015. Una resistencia al multilateralismo y la exacerbación del nacionalismo, la COVID-19, la pobreza, la desigualdad, la violencia y la crisis climática son sólo algunos de los muchos ejemplos de retos a combatir con mayor aceleración que la propuesta por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Este 25 de septiembre de 2020, con una década por delante para completar la promesa que nos hicimos, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es más importante que nunca y hoy conmemoramos sus logros, pero también llamamos la atención sobre sus retrocesos. Esta es nuestra mejor alternativa, una ya consensuada, consultada, colectivamente adoptada y que sin duda requiere aun de la activación de todos los sectores para lograrlo. Creo firmemente que podemos hacerlo y que las metas planteadas son una posibilidad si todas las personas y todas las organizaciones vamos en la misma línea.
Ninguno de los retos o problemáticas mencionadas están fuera del alcance de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus cinco pilares (Personas, Planeta, Progreso, Paz y Alianzas). Y la ONU en el marco de su 75º Aniversario si bien funge como la facilitadora para este proceso global, es sin duda responsabilidad del resto de los actores sociales el materializar esta promesa.
Nuestro medio ambiente y las personas no podemos esperar más para cambiar el rumbo. Este sin duda es un punto de inflexión.
¿Tu organización es socialmente responsable y trabaja a favor de la sostenibilidad?