Por: Malú Hernández-Pons
Líder de Saber Nutrir en Grupo Herdez
La Agenda 2030 de la ONU reconoce en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17: Alianzas para lograr los objetivos, la importancia de generar redes de colaboración entre gobiernos, sector privado, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanía. Y un ejemplo tangible de este ODS, se llevó a cabo el pasado 8 de junio, a través de la 2da Carrera Ammper por la Red BAMX, una iniciativa que demostró cómo la solidaridad y la acción colectiva pueden generar cambios reales y sostenibles.
Esta carrera además de convocar a casi 1,500 personas con el deseo de mejorar su salud o romper un récord personal, tuvo un propósito más profundo: recaudar fondos para colocar paneles solares en las sedes de la Red de Bancos de Alimentos de México. Esta inversión energética permitirá que los bancos de alimentos reduzcan sus costos operativos y puedan destinar más recursos directamente a su labor principal: alimentar a quienes más lo necesitan.
Una empresa de energía, bancos de alimentos, empresas de consumo y un Programa de Responsabilidad Social compartimos un mismo espacio con un fin común. Las distancias que recorrimos no sólo fueron físicas, también avanzamos juntos hacia un modelo de ayuda más eficiente, más empático y conectado.
«No se trata de dar más, sino de dar mejor. Y, sobre todo, de hacerlo juntos«
Adicional, desde nuestro programa, durante la carrera abrimos un espacio para recibir donaciones de ropa de abrigo, cobijas nuevas o en buen estado y útiles escolares, los cuales fueron entregados a familias de las comunidades Mazahua del Estado de México, donde apoyamos desde hace más de 12 años. Esta acción refuerza una verdad que constantemente observamos en el trabajo comunitario: cuando sumamos esfuerzos, el impacto se multiplica.
En ese sentido me gustaría invitar a la reflexión de manera directa a quienes lideran instituciones, empresas o fundaciones: volteen la mirada hacia las verdaderas necesidades de las comunidades y hacia las oportunidades de colaboración genuina. A menudo, los intereses particulares limitan el alcance de lo que podríamos lograr si fuéramos capaces de mirar más allá de los resultados individuales. Cuando nos atrevemos a compartir recursos, tiempo y visión, el cambio deja de ser discurso y empieza a ser realidad. No se trata de dar más, sino de dar mejor. Y, sobre todo, de hacerlo juntos.
Desde nuestra experiencia, hemos aprendido que la transformación comunitaria no se logra en solitario. Necesitamos escucharnos, aprender unos de otros, tender puentes y fortalecer vínculos. Porque, así como un solo corredor no llena una pista, una sola organización no puede enfrentar en solitario los grandes retos sociales de nuestro país. El poder de las alianzas radica en eso: en unir nuestras fortalezas, experiencias y recursos para alcanzar metas que, individualmente, serían inalcanzables.
Me llena de orgullo el poder ser testigo de la fortaleza que tienen los vínculos no sólo por lo que representa en términos de colaboración, sino porque reafirma lo que tantas veces comprobamos en el trabajo diario: cuando nos unimos, corremos más lejos y llegamos más alto. Que cada paso dado ese día sea también un recordatorio de que ayudar puede ser tan sencillo como donar, como correr… como decidir no quedarse al margen.