Durante las guerras el medio ambiente es la víctima más silenciosa y silenciada. Se queman bosques, se contaminan o destruyen acuíferos, se envenenan los suelos, se sacrifican animales. Y todo ello, no se tiene en cuenta en el recuento final de daños de una guerra.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señala que al menos el 40% de los conflictos internos registrados en los últimos 60 años han tenido relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por su gran valor, como la madera, los diamantes, el oro, los minerales o el petróleo, como por su escasez, como la tierra fértil y el agua. El riesgo de recaída de este tipo de conflicto por los recursos naturales se duplica con respeto a otros casos.
Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados
En 2001 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 6 de noviembre como el Día Internacional para la prevención de la explotación del Medio Ambiente en la guerra y los conflictos armados, una fecha que pretende proteger el medio ambiente en situaciones de conflicto.
Para las Naciones Unidas es primordial garantizar que la preservación del medio ambiente forme parte de las estrategias para la prevención de conflictos y para el mantenimiento de la paz y su consolidación, porque no puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.
Quince años más tarde de la proclamación, el 27 de mayo de 2016, la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente aprobó una resolución, en la que reconoce que unos ecosistemas saludables y unos recursos naturales gestionados de manera sostenible contribuyen a reducir el riesgo de los conflictos armados.
Esa misma Asamblea reafirmó su firme compromiso con la plena aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que figuran en la resolución 70/1 de la Asamblea General, titulada “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.
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Cuando se agrede al medio ambiente, no solo está en juego la supervivencia del hombre, sino la de muchas especies. Décadas de enfrentamientos en el mundo han llevado a la pérdida de ecosistemas y recursos naturales muy valiosos.
Algunos de los bienes naturales que han sido destruidos como consecuencia de guerras son:
- En Afganistán se han registrado tasas de deforestación del 95% en los últimos años.
- En 2017 el Estado Islámico incendió pozos de petróleo y una fábrica de azufre provocando humos tóxicos cerca de la ciudad iraquí de Mosul, envenenando a la gente y el paisaje.
- En Colombia, República Democrática del Congo y Sudán del Sur, grupos de rebeldes instalados en puntos importantes para la biodiversidad han provocado talas ilegales, caza furtiva masiva y cría de especies invasoras.
- Las poblaciones de elefantes han sido diezmadas en la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana.
- En Gaza, Yemen y en otros lugares, se ha dañado la infraestructura hídrica, como pozos subterráneos, plantas de tratamiento de aguas residuales, estaciones de bombeo o plantas de desalinización.
«Si queremos lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, debemos adoptar medidas audaces y urgentes para reducir los riesgos que la degradación ambiental y el cambio climático representan para los conflictos y comprometernos a proteger nuestro planeta de los efectos debilitantes de la guerra», señala la directora del PNUMA.
Con información de las Naciones Unidas.
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