La gestión de los residuos eléctricos en América Latina y el Caribe está lejos de alcanzar niveles óptimos, según un nuevo análisis elaborado en el marco de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial.
El estudio, copatrocinado por la Universidad de las Naciones Unidas y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y la Investigación, destaca que solamente el 3% de los desechos electrónicos de la región se recogen a través de conductos formales y se tratan de manera respetuosa con el medio ambiente.
El documento añade que no hay ninguna constancia sobre el 97% restante de residuos, cuya recuperación podría suponer una gran suma de dinero, unos 1700 millones de dólares anuales.
El informe concluye que entre 2010 y 2019 el volumen de basura electrónica aumentó un 49% en los 13 países de América Latina analizados, una cifra cercana a la media mundial, pero que solo se recogió y gestionó de forma segura el 3% de esos materiales, un registro muy lejano al 17.4% de promedio mundial.
Igualmente se destaca que, pese a que los recicladores informales «seleccionan» algunos elementos valiosos de los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos, la mayor parte de ese 97% restante se gestiona de forma inadecuada.
La mayor cantidad de residuos electrónicos generados por habitante se registró en Costa Rica con 13,2 kilogramos por habitante y la menor en Nicaragua, con 2.5 kilos por persona. «Los residuos electrónicos constituyen uno de los flujos de residuos físicos de más rápido crecimiento en el entorno mundial actual y son una amenaza para el desarrollo sostenible«, dice el informe.
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Un medio ambiente sano depende de una gestión adecuada de los desechos
Los residuos electrónicos que en 2019 generaron los 206 millones de ciudadanos de los13 países ascendieron hasta 1.3 megatoneladas, de las cuales casi el 30% eran de plástico. Se trata de un peso equivalente a una línea de 670 km de camiones de 40 toneladas completamente cargados. En 2010, esa cifra fue de 900,000 toneladas generadas por unos 185 millones de ciudadanos.
Entre las sustancias peligrosas presentes en la basura electrónica se hallaron al menos 2200 kilos de mercurio, 600 de cadmio, 4.4 millones de plomo, cuatro millones de retardantes de llama bromados y 5.6 megatoneladas de gases de efecto invernadero pertenecientes a refrigerantes.
El análisis destaca la mala gestión de estas sustancias en la región y añade que la falta de reciclaje genera «diversos riesgos para la estabilidad de un medio ambiente sano».
Un abandono que, según el coautor del estudio, Kees Baldé, podría representar una gran oportunidad económica. “Los residuos electrónicos generados a nivel regional en 2019 contenían 7000 kilos de oro, 310 de metales raros, 591 millones de kilos de hierro, 54 millones de cobre y 91millones de aluminio, lo que representa un valor total de aproximadamente 1700 millones de dólares de materias primas secundarias».
El informe también destaca que para la aplicación de estas recomendaciones “sería necesario un enfoque global en el que participaran todos los actores y partes interesadas de cada país”. Además, considera necesario reforzar la cooperación transnacional a fin de reducir la carga de grandes inversiones y lograr el cambio necesario.
Con información de la ONU.
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