Por: GenÉthico
Para analizar y entender el futuro de la alimentación debemos establecer un contexto. Con independencia del valor de cada divisa, un plato de comida a un habitante de Sudán le cuesta un 115% de lo que gana al día frente al 0,6% que le cuesta a un neoyorquino.
Es evidente que al sudanés no le llega para comer. Sin embargo, y tan solo en España, el 79,1% de los hogares tiran alimentos a la basura de los cuales más del 79% son alimentos sin elaborar y casi el 29% son platos cocinados. Todo ello supone 26 millones de kilos de alimentos desperdiciados a la semana.
La Comisión Europea estima que cada año se desechan unos 1.300 millones de toneladas de alimentos, lo que supone 1/3 de la producción mundial. Por supuesto ese volumen de desperdicio no se produce sólo en los hogares, sino que se produce en toda la cadena de producción, distribución y compra de los alimentos.
Se han establecido unos porcentajes por eslabón de la cadena:
- El 5% de los desperdicios en la distribución
- El 14% se producen en los servicios de restauración y catering.
- El 39% en la fabricación.
- El 42% en los hogares.
Todo ello, sin contabilizar la gran cantidad de alimentos frescos como las verduras, frutas y hortalizas que descartan los productores locales dado que no cumplen con los estándares de estilo que exigen los intermediarios, grandes superficies e, incluso, el consumidor final.
Contexto económico
Es curioso ver como si sólo atendiéramos a razones económicas, este desperdicio alimentario no tendría sentido alguno.
Según el Ministerio de Agricultura, el gasto total español en alimentación son 98.052 millones. El 72% de las compras se efectúan en el canal de distribución y el 67,8% lo realizan los hogares, todo supone un gasto total de 48.370 millones. Sin embargo, los alimentos retirados, desperdiciados, superan los 800 millones de euros, tan sólo en España.
Contexto social
2,5 millones de niños viven en España bajo el umbral de la pobreza, estamos hablando de 1 de cada 3. Teniendo cuenta la crisis sanitaria y social que estamos viviendo, desgraciadamente esta cifra seguirá en aumento. El pasado mes de abril, en España se contabilizaron 600.000 familias sin ningún tipo de ingreso y 1,1 millones con todos sus miembros en paro..
Parecía que la hambruna africana nos pillaba lejos y por eso no desarrollábamos tanta conciencia y aplicaciones prácticas en la lucha contra el desperdicio alimentario, y ahora ¿cuál es nuestra excusa?
Contexto medioambiental
Por supuesto el impacto medioambiental de producir cantidades ingentes de alimentos para tirar 1/3 de lo producido es brutal.
La revista “Nature Food” ha publicado la investigación Discarded food and resource depletion que concluye con cifras alarmantes, y sólo para la provincia de Almería. El informe concluye que en 2019 se desperdiciaron 136 toneladas de fertilizantes, 300.000 m3 de agua y se emitieron 7.500 toneladas de C02 en la producción de hortalizas y frutas que nunca llegaron a ponerse a la venta.
El agua dulce, ese bien tan preciado está desapareciendo. Los acuíferos se están secando, algunos salinizando. De media, una persona puede beber al año unos 750 litros de agua, si tenemos en cuenta que se han desperdiciado 300.000 m3 con ese cultivo, sólo en Almería, se ha desperdiciado toda el agua que habrían bebido 400.000 personas en todo un año. Eso supone más del 55% de la población de Almería.
El futuro de la alimentación pasa por un cambio de modelo productivo
Parece evidente que el futuro de la alimentación no puede basarse en una producción excesiva que no sirva para alimentar a toda la población. El coste de un plato de comida va más allá de la capacidad económica de las familias. El estado del planeta y de todos los seres vivos que habitamos en él depende de nuestro modelo productivo, de cómo contabilizamos la riqueza y el desarrollo. Como bien menciona la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en su web, “para ser sostenible, la agricultura debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras, y al mismo tiempo garantizar la rentabilidad, la salud ambiental, y la equidad social y económica.“
Los datos previamente ofrecidos hablan únicamente de España. Si nos fijamos en cifras mundiales, hablamos de que, según el PMA (Programa Mundial de Alimentos), 135 millones de personas padecen de hambre severa. Esta cifra podría verse duplicada de cara a finales del 2020 dada la situación actual provocada por la pandemia del COVID.
El ODS 2 – Hambre Cero (más información sobre el ODS 2) es el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible establecido por la ONU en el marco de la Agenda 2030. El abastecimiento de la población mundial presente y futura depende de un cambio sustancial en las prácticas agroalimentarias actuales.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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