Compartimos esta nota como colaboración con el Grupo de Acción Climática, un equipo interdisciplinario que busca impulsar la agenda hacia una mitigación y adaptación efectiva del cambio climático. Este proyecto es desarrollado por Mauro Accurso y si te gustó su contenido puedes suscribirte para recibirlo semanalmente en este enlace.
«El cambio climático es una emergencia para la salud», afirman desdeThe New England Journal of Medicine.
El quiebre del equilibrio ecológico del planeta generará un aumento en los eventos climáticos extremos (tormentas, inundaciones, sequías, incendios) y una expansión de enfermedades como el dengue, zika y chikungunya donde los insectos (usuales en zonas tropicales) se benefician del aumento de la temperatura.
Sobre todo es alarmante el aumento de las olas de calor y su afectación en los adultos mayores, y el impacto que tendrá en la seguridad alimentaria (más CO2 hasta está afectando el valor nutricional de la comida).
La acción climática es fundamental para proteger nuestra salud: desde la Organización Mundial de la Salud se estima que 250 mil muertes anuales serán atribuibles al cambio climático entre 2030 y 2050, y que las reducciones en los gases de efecto invernadero tendrían beneficios sustanciales para la salud de nuestras comunidades, ya que, por ejemplo, disminuir la contaminación del aire bajaría el riesgo de enfermedades no contagiosas.
Y si queremos enfocar el tema desde un ángulo financiero, la OMS pronostica que «el coste de los daños directos para la salud (es decir, excluyendo los costes en los sectores determinantes para la salud, como la agricultura y el agua y el saneamiento) se sitúa entre USD2000 y 4000 millones de aquí a 2030».
Algunos exageran diciendo que «Respirar el aire es peor que fumar» debido a que la contaminación atmosférica mata cada año a 8,8 millones de personas.
Ahora bien, la «buena» noticia es que reducir la contaminación del aire nos permitirá mejorar nuestra salud mientras luchamos contra el cambio climático y, a largo plazo, bajamos el gasto sanitario (un sector que también debe disminuir sus propias emisiones).
Muchas ciudades ya se están dando cuenta de esto, y el tema se empieza a meter cada vez más en la agenda política urbana. Un ejemplo interesante para analizar es el de Beijing, donde a partir de 2013 implementaron una política más agresiva que logró bajar entre 25% y 83% los contaminantes del aire (dependiendo cual).
La semana pasada ONU Medio Ambiente lanzó el 6to reporte Perspectivas del Medio Ambiente Mundial y fue esperanzador ver que enfocaron el mensaje del reporte en que «la salud humana enfrenta graves amenazas si no se toman medidas urgentes en favor del medio ambiente» y que la contaminación atmosférica constituye el máximo riesgo.
«Las inversiones en políticas que abordan cuestiones ambientales favorecen la salud y el bienestar humanos, la prosperidad y la formación de sociedades resilientes. Las vías futuras sostenibles tienen por objeto crear Planeta sano, personas sanas. Un planeta sano propiciará una población más longeva y sana», concluyen.