Por: GenÉthico
Las 3Rs son un concepto que se oye a menudo cuando hablamos de desarrollo sostenible. Sin embargo, muchos son los que aún no entienden la complejidad detrás del mismo.
Las 3Rs hacen referencia a los términos que definen las acciones de reducir, reutilizar y reciclar. El orden elegido para enumerarlas tiene una justificación y es el grado de prioridad.
¿Empezar la casa por el tejado?
El error más común en la sostenibilidad es pensar que por reciclar ya somos sostenibles. Si bien es cierto que reciclar no es algo negativo, no podemos reducir algo tan complejo como la sostenibilidad a esta única acción.
Hoy día son muchas las empresas, e incluso los individuos, que se escudan tras su sistema de reciclaje para posicionarse como respetuosos con el medio ambiente. No obstante, nada más lejos de la realidad. Tan sólo supone una ínfima parte de todo lo que se puede hacer. Sin obviar que una gran mayoría ni siquiera sabe reciclar de la manera adecuada.
Reducir
Cuando hablamos de desarrollo sostenible lo primero que deberíamos pensar es en la reducción del uso de recursos naturales, del uso de materias primas, del consumo, de las desigualdades y un largo etc. La reducción es la base de la sostenibilidad ya que implica eliminar todo aquello que resulta innecesario. En efecto, el principio básico para ser sostenibles es hacer uso de lo que realmente necesitamos para nuestra supervivencia.
La simple reducción de muchas de nuestra acciones ya disminuye el impacto negativo que tenemos en el planeta. “Sacrificarnos” y no comer un filete de ternera puede suponer un ahorro de 15,000L de agua. No comprarnos una camiseta supone ahorrar hasta 3,000L de agua. Todo lo que ahorramos por un lado puede suponer el aprovechamiento de esta materia prima en otros puntos del planeta en los que la requieran, véase el agua en el cuerno de África. Lo mismo ocurre con las emisiones de CO2 que podrían verse aminoradas en un gran porcentaje si reducimos nuestro número de desplazamientos innecesarios o fomentamos el uso del transporte público en vez del privado.
Reutilizar
En el caso de no poder reducir el consumo de algún producto es cuando deberíamos recurrir a la reutilización del mismo. En efecto, como seres humanos tenemos que cubrir una serie de necesidades básicas para sobrevivir y, por tanto, no podemos prescindir de elementos primarios como vestimenta o comida. Sin embargo, si que podemos impulsar y ampliar el ciclo de vida de dichos productos. ¿Cómo? Veamos un par de ejemplos.
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Para alimentarnos requerimos comprar comida, la cual a menudo viene envasada. Hoy día hacemos frente a muchísimas empresas que envasan sus productos cuando algunos de estos ni siquiera lo requieren (aquí volvemos al punto uno: la reducción), como es el caso de un plátano o una piña. Ambos tienen una cobertura natural que no requiere de ningún envase para protegerlos de agentes externos.
No obstante, hay otros alimentos que sí que deben envasarse para su distribución: leche, yogures, carne, pescado, etc. En estos casos lo ideal es apostar por envases que sean reutilizables, además de tener una procedencia reciclada. Los botes o botellas de cristal, por ejemplo, se pueden reutilizar posteriormente para guardar restos de comida, refrigerar líquidos o, incluso, crear elementos de decoración para el hogar. Otro ejemplo surge en la vestimenta. Cuando una prenda de ropa nos deja de gustar o de servir podemos venderla en tiendas de segunda mano para que otra persona pueda hacer uso de ella, cederla en centros sociales o incluso emplearla como trapos de limpieza.
Siempre existen segundos usos, la cuestión es dar rienda suelta a la imaginación. De esta forma, alargamos la vida del producto o del envase, reduciendo nuestra huella de carbono y nuestra huella hídrica.
Reciclar
El reciclaje es el tercer paso de las 3Rs. Esta acción, si bien es cierto que es la más conocida y ejercida por las personas, conlleva realizar una buena gestión de nuestros residuos. En efecto, un reciclaje mal efectuado no solo incide negativamente en la gestión de nuestros residuos y, por tanto del medio ambiente, sino la de todos aquellos con los que los hayamos mezclado en el contenedor.
Una vez que un producto pierde su vida útil, es entonces cuando debemos reciclarlo. No obstante, debemos entender el sistema de reciclaje y qué elementos van en cada contenedor.
Actualmente, en España, según datos del INE, un 82,6% de los residuos no se reciclan, lo que conlleva a la incineración de millones de toneladas de basura, la cual se convierte en co2, uno de los gases más contaminantes y que provocan el llamado “efecto invernadero”, lo que sigue contribuyendo al calentamiento global.
Aplicando las 3Rs fomentamos la economía circular
Las 3Rs deben entenderse como un concepto ligado firmemente a la economía circular. En efecto, las 3 acciones conllevan alargar la vida de los productos que consumimos con el fin de generar menos residuos y disminuir, así, el gasto de energía y de agua, además de las emisiones de CO2, que supone tratarlos. Asimismo, alargar la vida útil de los productos implica reducir la compra y consumo de otros nuevos.
Ello supone una disminución de la huella que va asociada a los procesos de producción y distribución. Por último, cabe mencionar que las empresas que fomenten el sistema de retorno de material también están optando por un ahorro de costes a medio-largo plazo y contribuyen a la no degradación del planeta (envases, ropa, …).
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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