Gracias al urbanismo social es posible transformar las ciudades y convertirlas en espacios que colocan a las personas en el centro de las intervenciones urbanas. Permite, no sólo rescatar el espacio público y mejorar la calidad de vida de los habitantes, sino también generar modelos de movilidad sostenible, diluir la inseguridad, garantizar el abastecimiento de agua, promover el saneamiento y la vivienda digna, fortalecer los lazos de confianza y fomentar la participación comunitaria.
Con esto en mente, y en el marco de la celebración de sus 14 años de trabajo, Fundación Hogares lleva a cabo el Laboratorio de Urbanismo Social: Experiencias y Co-Creación Comunitaria, el cual incluirá una serie de actividades, conferencias y recorridos por espacios intervenidos.
Durante el primer día de actividades, se realizó un Conversatorio con Expertas Urbanistas internacionales, quienes abordaron temas clave en torno a la recuperación de espacios para poblaciones vulnerables, entre ellos la gentrificación, lo cual ha encarecido la vivienda y desplazado a los habitantes de sus colonias.
Fundación Hogares realiza conservatorio con expertas urbanistas internaciones en el marco de su 14 aniversario
Sin embargo, aunque existe una preocupación extendida de que las intervenciones urbanas promuevan esta problemática, el urbanismo social ofrece una alternativa efectiva para evitar el desplazamiento y la exclusión de las comunidades.
“En lugar de reemplazar a los habitantes originales con nuevos residentes que puedan elevar el costo de la vivienda, el urbanismo social busca mantener a las personas en su entorno, mejorando la calidad de los espacios a su alrededor. El objetivo es crear áreas verdes, espacios de esparcimiento y viviendas de mejor calidad sin necesidad de expulsar a la población local. En esencia, promueve una forma de planificación que permite el desarrollo sostenible, preservando el tejido social y cultural”, comentó Madeleine Cortés Cravioto, directora general de Fundación Hogares, asociación que rehabilita comunidades, y con ello, sus lazos de confianza para generar un impacto social y ambiental positivo.
Para la especialista, México enfrenta enormes desafíos en materia de urbanismo. La falta de planificación a largo plazo, la continuidad de los proyectos y la priorización del automóvil sobre el peatón y el transporte público han creado una ciudad poco amigable para sus habitantes. Cada día, más de 20 millones de personas se mueven en la Ciudad de México y muchas de ellas enfrentan traslados que duran horas debido a la ineficiencia de la infraestructura de transporte.
Las problemáticas urbanas que enfrenta México no son exclusivas de este país. Durante el conversatorio, representantes de Brasil, Chile, Reino Unido y Francia compartieron sus experiencias sobre cómo el urbanismo social está siendo implementado en sus países.
Ester Carro, presidenta de Fazendinhando en Brasil, comentó cómo las intervenciones en favelas de barrios vulnerables han mejorado notablemente la cohesión social y la seguridad. La rehabilitación de espacios como antiguos vertederos ha permitido que la comunidad se reapropie de ellos, destinándolos al juego, deporte, cultura y desarrollo social.
En Brasil existen cerca de 11,000 favelas, por lo que es crucial impulsar más iniciativas de intervención social para seguir transformando estos espacios y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La doctora en Urbanismo, la chilena Mónica Bustos, compartió que aunque en su país se han desarrollado iniciativas de vivienda, se presta poca atención a las verdaderas necesidades de las comunidades. Para ello, propuso que una alternativa es deliberar sobre las decisiones que impactan los territorios.
Miriam Bernal, directora de la Red de Bases del Gobierno de Tlajomulco (Jalisco) explicó el funcionamiento de los programas de urbanismo social que sirven para revitalizar espacios públicos y promover una cultura de paz en el municipio, al tiempo que promueven la participación ciudadana.
Cristina Cerulli, del Reino Unido destacó cómo el urbanismo social puede apoyar iniciativas colectivas que promuevan alternativas de vivienda, sin desplazar a las comunidades originarias y la importancia de crear una red multiactor para su implementación.
Por su parte, Sophie Baudoux, responsable de operaciones de planificación urbana en el Etablissement Public Foncier et d’Aménagement de Mayotte en Francia habló sobre cómo el trabajo en el archipiélago de Mayotte ha podido mejorar la calidad de vida de los habitantes sin generar desplazamientos forzosos.
El Laboratorio de Urbanismo Social: Experiencias y Co-Creación Comunitaria se realizó gracias al apoyo de Fundación Hogares, Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo (IRD), University of Reading y el Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi).
*Comunicado de prensa