Por: GenÉthico
El maltrato animal tiene muchas formas. Bien es cierto que los animales destinados para la investigación científica han sido claves en algunos momentos de la historia. No obstante, esto se ha llevado a cabo porque, como sociedad, no podíamos continuar haciendo experimentos con humanos y consideramos que los animales sí podían correr esa suerte. ¿Pero y el bienestar animal en todo esto?
Hablamos de nuevo del especismo. Es decir, la creencia y las acciones del Hombre que determinan qué especies sirven para comer, cuáles para investigación, cuáles para trabajos forzados y cuáles son animales domésticos.
¿Qué criterios seguimos para ello? Realmente ninguno que tenga fundamentación científica, es únicamente cultural. Y es fácil de ver. En India las vacas son sagradas mientras que en otras partes del mundo se usan tanto para comer como para fabricar accesorios con su piel. Para Europa o EEUU los perros son animales de compañía mientras en China siguen existiendo mercados de venta de perros para alimentación humana. En Ghana los cocodrilos conviven en armonía con las personas. Sin embargo, son muchos los diseñadores de reconocido prestigio que usaban su piel para bolsos o botas. Por no hablar de la bilis de oso que en China se considera un bálsamo curalotodo, promoviendo así la caza furtiva y la cautividad de estos mamíferos.
Después de esto, considerar el uso de los animales para la investigación científica no parece tan descabellado ¿verdad?
Todo por la ciencia
¡Todo por el conocimiento científico que nos permita salvar vidas! Pero las humanas claro, las demás no valen lo suficiente.
¿Cuántas veces se emplean este tipo de expresiones para justificar actos poco éticos? El fin no siempre justifica los medios. En ocasiones, esos medios implican un daño mayor que el que intentamos arreglar.
115 millones de animales son usados para experimentación científica cada año. Los últimos datos registrados de España hablan que se han empleado 836,096 animales para investigación tan solo en el año 2018.
Son envenenados, quemados, irradiados o mutilados. Además se les inyectan virus, parásitos o bacterias produciendo infecciones, cáncer, infartos… También se les impide respirar y se les hace pasar sed y hambre, Por no hablar de la extirpación de órganos para volver a implantárselos, ponerles electrodos en el cerebro, fracturar huesos o coserles los ojos.
Y ojo, que parece que solo hablamos de investigación para luchar contra enfermedades como el cáncer, el alzheimer o la diabetes. Pero hay miles de experimentos en todo el mundo. En muchos lugares se usan a los animales para testear cosméticos, champús, protectores solares, etc. No hace falta recalcar qué puede suceder en la piel o en los ojos de los animales cuando los productos no están bien diseñados: quemaduras, eczemas, úlceras, etc.
¿Y la ley qué dice?
En el año 2018 ya hubo un movimiento en el que más de 1 millón de personas pedían el cese de la investigación con animales en la Unión Europea.
Es cierto que en 2013 entró en vigor la ley Europea que prohibió testar cosméticos en animales, lo cual fue un paso importante, pero insuficiente. Hay grandes vacíos en dicha legislación:
- Se pueden vender productos cosméticos testados en animales si se han fabricado previamente a la legislación.
- Si un producto cosmético contiene un ingrediente perteneciente a otra categoría, por ejemplo limpieza, en la cual no está prohibida la experimentación con animales, se podrá vender igualmente a pesar de contener un ingrediente que ha sido testado en animales.
- Productos cosméticos que contengan sustancias de la categoría REACH (sustancias químicas que exigen un protocolo estricto debido al efecto en la salud humana y en el medio ambiente y que están obligados a ser testados en animales) también se pueden comercializar.
- Empresas europeas que exporten sus productos a mercados donde el testeo en animales es obligatorio pueden hacer las pruebas a pesar de estar prohibido en suelo europeo. China, uno de los mayores clientes de Europa, exige el testeo en animales.
- La experimentación con animales debe ser sustituida por métodos homologados por la OCDE. Si no existe un método alternativo aceptable, también se puede seguir testeando con animales.
- Por último, una empresa podría alegar ante la Comisión, que los métodos alternativos son tan costosos o dificultosos que, por ley, la Comisión podría concederle seguir experimentando con animales.
Si realmente queremos prohibir la experimentación animal, tan solo se trata de poner medios y recursos para hacer los controles sanitarios pertinentes sin necesidad de poner en riesgo ninguna vida. Es más, ¿cómo es posible que las sustancias de categoría REACH se testeen en animales sabiendo el grado de peligrosidad para la salud humana y para el medio ambiente? ¿Dónde encontramos la ética en poder aplicar sustancias nocivas a otro animal para garantizar nuestro bienestar?
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Entonces, ¿a qué estamos jugando?
El año pasado, el grupo de Estudiantes por la Lucha Animalista (ESLA) de la UPF convocó un debate en la semana del animal. En este encuentro se daban charlas sobre jurisprudencia, ética, medios de comunicación, etc. El panel contaba con expertos en biomedicina, dos científicos y dos filósofos.Todos partían de una misma premisa, los animales son seres sintientes que sufren igual que nosotros. El objetivo es llegar al reemplazo total de estos seres para la investigación.
No obstante, si esto es realmente posible a corto o medio plazo genera discrepancias entre los expertos.
Fabiola Leyton (Observatori Bioética i Dret de la UB) comentó la necesidad de una regulación global, para que en todos los países existan estándares de bienestar animal basados en el conocimiento científico. La sociedad avanza moralmente a más velocidad que la legislación.
Eze Paez (filósofo del Centre for Animal Ethics de la UPF) dotó de argumentos éticos a la sesión, plasmando la total oposición hacia cualquier uso de los animales para nuestro beneficio. Considerar los intereses de otros animales inferiores a los nuestros, simplemente por ser otra especie, es especismo.
Juan Martín Caballero (Director Parque Investigación Biométrica de Barcelona) no imagina un futuro sin experimentación animal por lo menos en 50 años. Argumenta que muchas de las investigaciones que se hacen en animales también benefician a otras especies animales. Pone también de manifiesto los avances en transparencia y comunicación sobre la experimentación animal. El acuerdo de la COSCE (Confederación de Sociedades Científicas de España) y EARA está ayudando a una correcta comunicación y garantizar el buen uso de la experimentación científica con animales.
Sergi Vila (European Animal Research Association) comentó en el encuentro organizado por ESLA la comparativa de las cifras de animales usados para la experimentación en España (en torno a 800.000) frente a los 824 millones que sacrificamos en la industria alimentaria. También habló de los ratones “avatares” o “espejos” a los que se le implanta un tumor de un paciente para probar distintos fármacos. Esto se “justifica” ya que el paciente humano no responde a tratamientos y este método puede permitir avanzar.
Economía vs Ética
Entendemos que decirle al padre de una niña con cáncer y que no responde al tratamiento que no se puede experimentar sobre un ratón para intentar determinar la causa o buscar una solución, es muy difícil. También debemos entender que hablamos de posibilidades y no de certezas.
Si realmente la investigación con animales fuera tan fiable y otorgara tantísimas soluciones a la salud real de las personas, el debate sería muchísimo más complicado.
Desde GenÉthico pensamos que muchos de estos problemas son más económicos que inconvenientes reales. Desde el momento en el cual un laboratorio puede probar un cosmético en animales argumentando que la opción libre de crueldad es cara….no hay mucho más que decir. Recordemos, en este caso, que no es ningún medicamento que salve la vida de una persona.
Lo miramos como gasto, no contemplamos el punto de vista ético o moral. Coger a una colonia de gatos, ratas, etc y que estén en un laboratorio es mil veces más económico que optar por otras alternativas. Hemos determinado que la vida del resto de animales del planeta no vale nada comparándola con la vida humana.
Todos los protocolos que se establezcan para el bienestar animal no son más que meros parches que intentan regularizar algunas acciones que pueden herir más la sensibilidad pública que al propio animal.
En conclusión…
¿Cómo se contempla el “bienestar animal” si realmente dichos animales están retenidos y sometidos a una serie de pruebas y testeos? ¿Acaso el bienestar animal no está ligado a la libertad de las especies? Y esto también podemos trasladarlo a la industria alimentaria.
Si hacemos una comparativa con los humanos, sería como estar en prisión. Dependiendo de cada país, la cárcel permite re-educar, formarse y vivir en condiciones higiénicas correctas. En algunos países, la prisión solo acarrea malnutrición, infecciones, enfermedades mentales, entre otras muchas cosas.
Pero nos hemos olvidado de un detalle, en teoría, todo ser humano que va a prisión (en un país que no esté bajo dictadura, guerra, etc) es porque ha cometido algún delito. Es un castigo tras un comportamiento que está fuera de la ley que nosotros mismos hemos dictaminado.
¿Qué han hecho los animales para ser retenidos contra su voluntad? Y no hablemos del resto de sufrimiento que les genera la experimentación científica, la industria alimentaria o los criaderos para la venta de animales de compañía de “raza”.
En definitiva, el cómo hemos definido la cadena evolutiva dista mucho del papel real que desempeñamos en el planeta.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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