Por: GenÉthico
La formación continua resulta imperiosa en un entorno tan cambiante como el actual. El mundo laboral ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de la historia. Desde el trabajo 100% manual a la revolución industrial, pasando por la inclusión de maquinaria en los trabajos más forzosos, las luchas sindicalistas por la reducción de horas de la jornada laboral, los derechos laborales de la mujer o la creación e inclusión de la tecnología en nuestro entorno de trabajo. La digitalización lleva tiempo asomando a nuestras empresas y eran pocos los que se habían tomado en serio este nuevo modelo. Hasta que llegó la pandemia y brotó la consciencia sobre la necesidad de llegar a nuestro cliente sin estar físicamente con él.
Prevención y adaptación
Al ser humano le cuesta mucho trabajar para la prevención. Suele seguir más la dinámica de esperar a que llegue el problema para actuar aunque lleve tiempo viendo su sombra. Quizás pensamos que de esta manera ahorramos costes, pero es un error de libro. La prevención es mucho más barata que la paliación. Para comprobarlo podemos extrapolar esta idea a cualquier área: sanidad, educación, cambio climático… pero la realidad es que nos cuesta. Y debemos luchar contra esa idea, rebatirla y trabajar para combatirla ya que no podemos permitirnos paliar algunas de las consecuencias, actuales y futuras, de nuestro comportamiento.
La cultura del esfuerzo, de la mejora constante, del aprendizaje continuo, nos permitirán vivir en sociedades más justas, igualitarias y pacíficas. Todo ello se traslada también al entorno laboral. El futuro del trabajo va a ser mucho más volátil y cambiante de lo que ha sido nunca. Hemos sufrido grandes cambios a gran velocidad, pero si los últimos 30 años nos han parecido vertiginosos, los próximos 10 tendrán una transformación tan bestial que solo podremos hablar de cambios exponenciales, literalmente, constantes.
Al ser humano le cuesta mucho cambiar de hábitos, las rutinas nos hacen sentir seguros en un entorno fluctuante. Sin embargo, tenemos que asumir algo y es que la única constante que tendremos es que no existen constantes.
En el lenguaje científico se explica que una especie garantizan su existencia cuando sus miembros son capaces de adaptarse a los cambios del entorno, no siendo los más fuertes o resistentes físicamente.
¿Cómo podemos lograr, los seres humanos, adaptarnos a este entorno inestable?
La formación constante es nuestra única baza. Despertar nuestra curiosidad innata, aquella que nos hacía explorar de niños, para obtener la motivación que necesitamos y ahuyentar la pereza que nos provoca el hecho de “empezar de nuevo”.
Debemos ser conscientes también de una cosa y es que la formación en sí misma también cambia. No podemos pensar que vamos a estudiar constantemente de la misma forma que lo hacíamos cuando íbamos al instituto o a la universidad. La educación que necesitamos está mucho más centrada, concentrada y diseñada para nuestra actividad, para nuestra conciencia ambiental, para dotarnos de una mayor adaptabilidad mediante conocimientos y habilidades sociales.
También te puede interesar: La educación en valores
Siempre se han establecido una serie de requisitos educativos concretos en función del puesto de trabajo que vamos a desempeñar, lo cual es totalmente comprensible ya que se necesitan conocimientos técnicos específicos para desempeñar un trabajo determinado. Sin embargo, hemos dejado en segundo plano, casi siempre, las habilidades sociales.
Debemos tener en cuenta que el trabajador del futuro necesita habilidades cómo:
- Adaptabilidad a la incertidumbre.
- Empatía para conectar con los problemas sociales y medioambientales.
- Curiosidad para buscar siempre tu propósito.
El futuro del mundo laboral pasa por una formación continua
El principal medio de producción es nuestro cerebro. Vamos a pasar del capitalismo al talentismo. A día de hoy, para muchas organizaciones, encontrar talento es una tarea compleja. Es el bien más escaso y en los próximos años, la escasez será aún más notoria si los trabajadores no se preparan.
El Índice Standard & Poor’s 500 aseguró en su último informe que aproximadamente un 45% de los trabajos que se desarrollan actualmente podrán ser sustituidos por elementos tecnológicos y que si bien la vida útil de una empresa era de 90 años, para el 2027 las compañías durarán unos 10 años.
Es evidente que bajo este paradigma el trabajador del futuro será una sociedad limitada unipersonal. Trabajará en la red, para diferentes empresas y por proyectos. Siendo así responsable de su futuro laboral y por ello deberá enfrentarse a retos como:
- Superar el duelo: debemos asumir que ya no bastará con estudiar una carrera y trabajar 40 años en una compañía. Esto no va a pasar y por tanto debemos superar que el modelo de trabajo se va a transformar completamente.
- Aceptar que posicionaremos el valor de la libertad laboral por delante de la “seguridad” laboral, tal y como la entendemos actualmente.
- La flexibilidad: clave para poder desarrollar todas las actividades laborales y compaginarlas tanto con la formación constante como con la vida familiar.
- La adaptabilidad: que nos permita crecer y evolucionar como especie.
Para afrontar todos estos retos debemos estar dispuestos a desaprender muchos hábitos y a aprender muchas habilidades y conocimientos de forma constante, por lo que los que sirvan ahora, puede que mañana no lo hagan. Sin embargo, los valores y el compromiso ético para con la sociedad y el planeta, perdurarán.
Somos una sociedad hiper conectada, pero también hiper deshumanizada. Volver a entender nuestra pertenencia a un entorno social y ambiental es clave para un desarrollo sostenible. Eso que llamamos entender que somos seres socio y eco dependientes.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
¿Tu organización es socialmente responsable y trabaja a favor de la sostenibilidad?