Por: GenÉthico
La educación resulta un pilar fundamental para asegurar el bienestar individual y colectivo. El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 está centrado en la educación de calidad y defiende la necesidad de respaldar el acceso a ésta de toda la población mundial. A día de hoy, todavía son millones los niños y niñas que no tienen acceso a la educación y la tasa de abandono escolar es cada vez más alta.
Las diversas crisis sociales, sanitarias y económicas, están impactando de forma negativa en el sistema educativo, generando desigualdades cada vez más pronunciadas entre unos colectivos y otros.
No obstante, cuando se utiliza el término “educación” no podemos hacer únicamente alusión a la adquisición de conocimientos, sino que también debemos pensar en la formación de valores, principios y normas.
Educación en la infancia
La infancia es una de las etapas más importantes de la vida de una persona, si no la más importante. Los primeros seis años de vida tienen un gran peso en la formación del cerebro y su funcionamiento. Durante la infancia se forjan los principios y los valores que determinarán nuestra forma de percibir las cosas, así como se asientan las bases que definirán nuestra conducta y acciones futuras.
Si bien es cierto que se tiende a creer o decir que los valores son algo cultural, la realidad es que existe una serie de valores universales comunes a toda la humanidad cuya función es guiarnos en el desarrollo y en la evolución como sociedad. Tal y como determina Oxfam, se trata de valores “innatos al ser humano, perdurables en el tiempo y trasladables a cualquier lugar del mundo”. Hablamos de valores como la ética, la tolerancia, la confianza, la solidaridad, el respeto, la seguridad, la honestidad, la libertad o la justicia, entre otros.
A partir de estos valores universales, el niño o la niña tiene la oportunidad de crear valores personales según su cultura, sus creencias, su religión, etc. Es decir, valores propios a cada uno según su origen, su trayectoria y su posición social.
Los valores son, por tanto, esenciales en la educación de todo individuo ya que suponen los cimientos a partir de los cuales actuamos y tomamos decisiones en nuestra vida. Sin ellos, el día a día resultaría un caos dado que cada uno actuaría según sus impulsos y no siguiendo una serie de pautas que aseguran la buena convivencia entre todos.
No obstante, la educación de un individuo no acaba aquí ni mucho menos. La educación es un proceso continuo y a lo largo de nuestra vida hacemos frente a distintos niveles o tipologías.
Grupo de iguales o de pares
La educación por los pares hace referencia a la educación determinada por un colectivo que comparte nuestro rango de edad así como nuestro estilo de vida. Cabe también destacar que viene marcada por la carencia de la supervisión de un adulto o “superior”, ya sea pariente o profesor.
Por lo general, el grupo de pares suele influir principalmente en la etapa adolescente de un individuo.
En este caso, la educación proveniente del grupo de pares o iguales influye en la conducta de los individuos forzando un proceso de adaptación o, en algunos casos, de diferenciación respecto al resto del grupo.
El grupo de pares es de los primeros grupos a los que se enfrenta un individuo tras la etapa de la infancia y es un punto clave en el refuerzo o, al contrario, en el debilitamiento de los conocimientos, ideas y valores previamente inculcados.
Después de la adolescencia, entrando en la etapa adulta, hacemos frente a nuevos grupos de estímulos que condicionan nuestra educación y percepción de las cosas. En este caso, hablaremos de la educación a través de los medios.
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Los medios de comunicación
Los medios de comunicación son una herramienta muy potente en la educación de las personas. Hoy día nos pasamos horas frente a las pantallas, ya sea una televisión, un ordenador o un dispositivo móvil. Son muchos los medios que proporcionan información 24h/7 y que rara vez ponemos en duda.
Asimismo, cabe mencionar que, por lo general, elegimos medios que compartan nuestra visión. Así, reforzamos nuestras ideas, pero nos distanciamos de las que puedan tener otros. Pocas veces ponemos en duda lo que se nos dice, dejamos que la información entre en nuestro cerebro. Incluso llegamos a repetirla y compartirla como si nada.
Frente a los medios de comunicación, si bien es cierto que resultan muy relevantes en el acceso a la información, debemos poner en práctica nuestro sentido crítico. Debemos corroborar la información que nos transmiten y no aceptarla como una verdad absoluta. En efecto, no debemos perder de vista que TODOS los medios de comunicación tienen la voluntad de informar, pero no dejan de ser un negocio que se ve influenciado y afectado por aspectos sociales, políticos, religiosos y, sobretodo, económicos.
Toda esta información que entra sin filtros en nuestro cerebro afecta a nuestra percepción de las cosas y, por tanto, a la forma en la que nos enfrentamos a distintas situaciones de nuestra vida cotidiana.
La comunicación consciente por parte de los medios resulta clave para un desarrollo sostenible. Los mensajes que transmiten, el lenguaje que emplean, la forma en la que los presentan, todo cuenta para ofrecer una educación de calidad y no determinada por el interés de unos pocos.
¿Qué necesitamos entonces?
La educación resulta esencial en nuestro desarrollo. No obstante, nunca debemos perder el sentido crítico ante la información que recibimos, provenga de quien provenga, y debemos entender que no hay una única percepción de las cosas. Asimismo, aquello que resulta como un conocimiento universal debe ser contrarrestado y probado con argumentos de peso y no por simples conjeturas. Si hablamos de educación en valores, debemos tenerlos muy presentes y asegurarnos de transmitirlos a los más pequeños. Estos valores universales son los que nos permiten evolucionar conjuntamente como sociedad y asegurar la paz. La ética, por ejemplo, es uno de los valores más relevantes y esenciales para garantizar un desarrollo sostenible.
Como lo decíamos al inicio, necesitamos una educación de calidad universal, lo más imparcial e inclusiva posible. Y, por supuesto, que esta educación de calidad sea de acceso garantizado para toda la población mundial.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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