Por: GenÉthico
La sostenibilidad está de moda. Si hace tan solo un año no era una prioridad para muchas empresas, hoy parece que todas quieren correr y nos encontramos con noticias sobre elementos, productos y servicios sostenibles cada día.
La muerte de los combustibles fósiles es un hecho. Ojalá se hubiera producido por una decisión mundial real de abastecernos sólo con energías renovables y no apurásemos hasta agotar las existencias. Que no nos engañen, quien tiene un compromiso con el planeta y con las personas actúa desde el momento en que tiene el conocimiento, no continúa su actividad dañina hasta que ya no pueda obtener beneficios de ella para después ponerse la bandera de sostenible.
Necesitamos energía, combustible y, sobre todo, necesitamos reducir esa necesidad
La movilidad es uno de los grandes retos de la sostenibilidad. En un mundo tan globalizado como el nuestro resulta imperioso implementar un modelo sostenible. Aviones, trenes, coches, … somos una sociedad basada en el movimiento, ya sea por ocio o por trabajo. Por ello, se requiere buscar soluciones cuanto antes.
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La movilidad sostenible tiene muchas patas y sobre todo tiene contexto. Vivir en una pequeña población en la cual puedes moverte andando, pero que para ir a otras poblaciones cercanas tienes que depender de un vehículo privado ya que no existen buenas conexiones de transporte público, es muy diferente a vivir en una ciudad grande donde todos deberíamos movernos a pie, en bicicleta o en transporte público.
No obstante requerimos energía para esa red de transporte público. Que dicha energía sea de fuentes renovables es ya una necesidad imperiosa.
¿Qué podemos hacer entonces?
Reducir nuestros traslados en vehículo privado es la primera acción de sostenibilidad. La reducción siempre es la clave principal para hacer que algo sea sostenible. Debemos apostar por los viajes en grupo (lo cual ahora resulta complejo dada la pandemia), o bien apostar por medios de transporte más sostenibles.
No obstante, para hacer uso de una red de transporte público eficiente necesitamos que la energía que necesitamos provenga de fuentes renovables.
¿Existen otras alternativas al petróleo?
Vehículos eléctricos, a gas natural, de hidrógeno…parecen existir muchas alternativas al petróleo, aunque no son tan sostenibles como las pintan.
Uno de los últimos proyectos que hemos visto es el de ciudades hiper conectadas cuyo pilar es la sostenibilidad y la inteligencia artificial. Ya hemos hablado de que el entorno digital, las baterías, placas solares, etc, también requieren de unos minerales escasos y complejos de extraer de la corteza terrestre. No obstante, estas futuras ciudades pondrán a prueba unas celdas de hidrógeno que, según los expertos, serán capaces de abastecerlas por completo.
Entonces, ¿es viable un modelo energético basado en el hidrógeno teniendo en cuenta que no se encuentra de forma aislada en la naturaleza?
¿Qué es el hidrógeno?
El hidrógeno ha sido un componente más de los procesos industriales, pero nunca se ha utilizado como elemento principal de energía. Como comenta el National Geographic, este elemento “puede almacenarse en estado gaseoso o líquido y distribuirse a través de gasoductos pudiendo ser un substituto del gas natural”. Además, en su combustión no emite ningún gas de efecto invernadero lo cual es un dato positivo para la lucha contra el cambio climático y efectos ya visibles como el deshielo del permafrost.
Sin embargo, el hidrógeno, pese a tener todas estas características positivas y ser de los elementos más abundantes en la Tierra, tiene una compleja obtención y producción. Este elemento se obtiene de materias primas como el agua, la biomasa, la madera, el carbón o el gas. Pero para convertir dichas materias en hidrógeno hace falta se requiere de mucha energía, generalmente no proveniente de fuentes renovables.
La mejor opción para obtenerlo es mediante el agua a través de un proceso denominado electrólisis. Supondría tomar agua de la naturaleza, separarla mediante electricidad, descomponiendo las moléculas en hidrógeno y oxígeno para poder después utilizarlo siguiendo procesos térmicos convencionales. De esta forma, terminamos devolviendo a la naturaleza la misma cantidad de agua que previamente habíamos obtenido de la misma.
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En esta conversión térmica, se emiten óxidos de hidrógeno, aunque en mucha menos proporción que en los procesos actuales de los combustibles fósiles. Sin embargo, usando pilas de combustible las emisiones serían nulas ya que producen electricidad de una fuente externa de combustible (hidrógeno) y de oxígeno, por lo que no tienen la capacidad limitada de almacenamiento de energía que tiene una batería.
Si la fuente de energía eléctrica es renovable podemos cerrar el círculo ya que esta separa el hidrógeno y el oxígeno. Los gases se almacenan y se puede invertir el proceso mezclando oxígeno e hidrógeno en dicha pila de combustible para obtener agua y electricidad.
Esto permitiría obtener una fuente de energía extra a través de electricidad procedente de energías renovables con una emisión de elementos contaminantes prácticamente nula.
Tipos de hidrógeno
El hidrógeno puede ser un elemento con gran valor en materia de sostenibilidad en función de su método de obtención.
Actualmente, el más utilizado es el denominado “hidrógeno gris” que se emplea, por ejemplo, en la industria química. Su obtención y producción requiere mucha energía y grandes cantidades de combustibles fósiles, haciendo que sea el menos ecológico.
Por otro lado, existe el conocido “hidrogeno azul o bajo en carbono” que, aunque sigue necesitando combustibles fósiles para su producción, emite mucha menos cantidad de carbono.
Finalmente, existe el que se conoce como “hidrógeno verde” que, como su nombre indica, es el más respetuoso con el medio ambiente. Se produce a partir de energías renovables, pero a día de hoy sigue siendo la opción menos común.
¿Cuál es el mayor problema con la energía proveniente de fuentes renovables?
Por lo general, en la actualidad, no suelen ser todo lo rentables que se esperan. Existe un gran excedente de energía que no se consume y que hace que la rentabilidad de estas fuentes caiga en picado.
Según una investigación realizada por la Universidad de Standford y la Universidad Técnica de Munich, el rendimiento de las energías renovables es intermitente. Esto hace que el suministro sea variable y, por tanto, que, según la demanda, éste pueda resultar insuficiente o, al contrario, se produzca de más y se pierda al no poder almacenar esta energía.
¿Qué pasará en el futuro?
Se espera que el hidrógeno verde sea competitivo dentro de un par de décadas. Según una investigación realizada por Wood Mackenzie Ltd., el coste del hidrógeno caerá un 64% de cara al 2040 pudiendo convertirse en el elemento clave para fomentar una industria y movilidad sostenibles.
El combustible es uno de los puntos clave del Nuevo Acuerdo Verde de la Unión Europea, Alemania ya se ha comprometido a invertir para crear una producción local de hidrógeno verde.
Como todo, con la reducción de las necesidades energéticas como pilar fundamental de sostenibilidad y con la adecuación de nuestros sistema de producción y la circularidad del mismo, podemos crear un entorno muchísimo más sostenible que el actual.
Este artículo fue publicado por GenÉthico, lea el original aquí.
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