ONU Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentaron la semana pasada el documento Trabajadoras Remuneradas del Hogar en América Latina y el Caribe frente a la crisis de la COVID-19, que ofrece un panorama sobre la situación de especial vulnerabilidad que atraviesan las trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe, poniendo en relieve los impactos de la actual crisis provocado por la COVID-19.
En América Latina y el Caribe, entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado. De ellas el 93% son mujeres.
El trabajo doméstico supone entre el 14,3% y el 10,5% del empleo de las mujeres en la región; sin embargo, más del 77,5% operan en la informalidad, lo que significa que una parte importante de ellas trabaja en condiciones precarias y sin acceso a la protección social. Los ingresos de las mujeres empleadas en el servicio doméstico son además iguales o inferiores al 50% del promedio de todas las personas ocupadas.
El documento presenta las distintas medidas adoptadas por actores sociales e instituciones en países de la región, y demuestra cuánto falta aún para garantizar los derechos laborales de las trabajadoras del hogar.
El mismo contiene una serie de recomendaciones para el diseño de acciones que mitiguen el impacto de la crisis sanitaria, económica y social para las trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe.
«Esta crisis ha agudizado las desigualdades y las crisis sistémicas previas y tiene impactos significativos en las trabajadoras del hogar en particular. Los estados deben reconocer y proteger sus derechos para que nadie se quede atrás. Tenemos que abrir espacios de diálogo y considerar las propuestas de sus sindicatos como parte de las respuestas a la crisis y estrategias de recuperación socioeconómica que promueven los gobiernos y las instituciones financieras regionales e internacionales», señaló María Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.
Por su parte, el director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, comentó que “la crisis ha exacerbado las vulnerabilidades y las desigualdades existentes. Además del fantasma del desempleo, la informalidad, la baja cobertura de la protección social y la falta de contratos escritos en muchos casos les impiden acceder a las ayudas establecidas por los gobiernos”.
A su vez, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, resaltó la importancia del trabajo doméstico remunerado como un sector clave de la economía del cuidado en la región, y destacó su aporte fundamental para la sostenibilidad de la vida y la reactivación de las economías; convocó a un “build back better” con igualdad en el que los derechos de las trabajadoras remuneradas del hogar sean garantizados.
La crisis sanitaria, social y económica desencadenada por la COVID-19, como las medidas impuestas en la mayoría de los países, han supuesto un incremento en la responsabilidad de los cuidados y el mantenimiento de los hogares. Las trabajadoras remuneradas del hogar ocupan un lugar crucial dentro de la respuesta a la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, son uno de los principales colectivos afectados por la crisis. Según han denunciado los sindicatos de trabajadoras domésticas de algunos países, en determinadas situaciones se han visto persuadidas a pernoctar en sus lugares de trabajo, manteniéndose alejadas de su familia y sin el descanso adecuado.
En otros casos, se han cancelado contratos, y se ha reducido el tiempo de trabajo, con una reducción proporcional del pago. Según estimaciones de la OIT, el 70,4% de las trabajadoras domésticas están afectadas por las medidas de la cuarentena, por disminución de la actividad económica, desempleo, reducción de las horas o pérdidas de salarios.
Con información de ONU Mujeres y OIT
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